La resistencia iraquí volvió ayer a atentar, esta vez contra la policía del país. Un coche bomba explotó frente a la mayor comisaría de Bagdad y causó la muerte de un agente y heridas a una veintena de sus compañeros. El objetivo del atentado era el jefe de la policía, Hasan Ali, nombrado por las fuerzas ocupantes, según fuentes policiales. La acción se produjo cuando se ultimaban los preparativos para la ceremonia de graduación de 250 nuevos agentes formados en la academia que alberga la comisaría. A las afueras de la capital iraquí, dos soldados de EEUU murieron y un tercero resultó herido al pisar su vehículo un artefacto explosivo. Además, hay que añadir un muerto y un herido al estrellarse un helicóptero.

OBJETIVO FALLIDO

El atentado se produjo junto al aparcamiento de la comisaría de Rasafa a las nueve de la mañana (hora española). La explosión causó serios desperfectos en el edificio. Los atacantes no lograron su objetivo de acabar con la vida del jefe de policía, uno de los colaboradores más estrechos de las tropas de Estados Unidos en su intento de devolver la seguridad al país. Su oficina fue alcanzada, según las autoridades, aunque Ali no se encontraba allí.

Entretanto, al menos 20 individuos han sido detenidos en relación al atentado que el viernes acabó con la vida del líder shií Mohamed Baqer al Hakim en Nayaf. Sólo dos de los arrestados son iraquís, aunque fuentes de la Hauza, la máxima autoridad espiritual de los shiís, aseguran que un grupo de saudís de organizaciones fundamentalistas sunís confesaron estar implicados.