Viste tejanos, zapatillas deportivas nuevas y un polo amarillo con el cocodrilo de la marca bien visible. Prefiere llamarse Ibrahim y, sin duda, está acostumbrado a los depredadores. Durante años, fue guardaespaldas y trabajó en un bote de recreo de Watban Ibrahim Hasan, hermanastro de Sadam Husein, en el complejo turístico del lago de Al Habaniyah, a unos 100 kilómetros de Bagdad.

"Udai es quien estaba más loco", afirma con rotundidad. "Yo le he visto disparar contra un invitado en una fiesta simplemente porque le gustaba la mujer que lo acompañaba", narra. Su trabajo en el bote de Watban convirtió a Ibrahim --que muestra fotos en las que aparece junto a miembros de la familia-- en un hombre de confianza. "La última vez que estuve con Udai y con Qusai fue un mes antes de la guerra, trabajando en su bote, y muchas veces me he bañado con ellos en el lago", dice.

HERMANASTRO CAPTURADO

Watban --capturado por las tropas de EEUU cerca de Mosul cuando presumiblemente intentaba huir a Siria-- es el mayor de los tres hermanastros de Sadam, fruto del segundo matrimonio de su madre, y llegó a ser, a principios de los 90, ministro del Interior, cargo desde el que reprimió la rebelión shií.

Posteriormente cayó en desgracia y, según Ibrahim, últimamente pasaba mucho rato en el lago, situado al sur del Eufrates y que cuenta con un pequeño pueblo turístico junto a un antiguo aeropuerto británico de la segunda guerra mundial.

Allí tenía Sadam un palacio presidencial. Y allí Ibrahim se convirtió en un testigo privilegiado de los horrores del clan de Tikrit. "Una vez vi a lo lejos al cuidador de los caballos de Udai cabalgando. De repente, cayó al suelo. Unos cuantos fuimos a auxiliarlo y descubrimos que tenía un agujero de bala en la frente. Entonces llegaron los hombres de Udai y golpearon el cráneo del cuidador contra una roca para disimular la herida. Cuando llegó su familia les dijeron que murió por la caída. En realidad, Udai le disparó con un rifle".

"Trabajar allí era vivir con un miedo continuo. Estoy seguro de que Sadam no sabía nada de lo que hacían sus hijos", especula el iraquí, quien disculpa a Watban: "A mí me trató siempre bien, se dicen cosas malas de él, pero los cadáveres que he cargado en furgonetas no los había matado él", razona.

Ahora Ibrahim busca trabajo. Antes fue policía, pero aunque no teme a los estadounidenses --"yo no he hecho nada malo"-- prefiere no formar parte de la nueva policía iraquí. Sí teme a los baazistas, de ahí que oculte su nombre real. "Son como ratas que saben cómo vivir en los túneles y pueden salir a la superficie y matarme en cualquier momento", dice alguien que sabe cómo se las gastan los cocodrilos más peligrosos del Irak de Sadam.