El regreso de los muertos vivos no es solo una película de terror hecha con bajo presupuesto. Habla en Brasil de la vuelta a la política de Fernando Collor de Mello, un presidente depuesto en 1992 y que fue considerado símbolo del descaro político. A los 57 años, Collor se convirtió en senador por el estado de Alagoas con el 44% de los votos. Su retorno no es la única paradoja de unas elecciones dominadas por el desvelo ético.

El exgobernador de Sao Paulo Paulo Maluf, conocido por el lema "roba pero hace", fue uno de los diputados más votados, con 738.214 adhesiones. Maluf, que también fue alcalde paulista, se enfrenta a procesos criminales por lavado de dinero, fuga de divisas y falta de honradez como funcionario. El año pasado permaneció detenido 40 días por intento de interferir en esas causas. El exalcalde se comparó con Lula y dijo que no puede sentirse culpable si un asesor suyo delinque.

En los comicios hubo otros 64 candidatos con causas abiertas pero solo ocho fueron elegidos. "Como presidente del Tribunal Superior Electoral (TSE) tengo que reconocer el resultado de las urnas. Como ciudadano, me siento frustrado", dijo Marco Aurelio Mello. No aclaró si también se refería a su primo, Fernando Collor, ahora senador.