Lo encontraron postrado en una cama y soñoliento. Paul Schaefer, el líder de la Colonia Dignidad, terminó sus nueve años de prófugo de la justicia chilena en un suburbio de la ciudad de Buenos Aires.

El excabo enfermero del Ejército nazi y estrecho colaborador de la dictadura chilena está acusado en Santiago de pedofilia, sometimiento a la esclavitud, asesinato y participación en numerosas desapariciones durante el régimen de Augusto Pinochet (1973-90). En la capital argentina, cuenta las horas que le quedan hasta que sea expulsado a Chile. Alemania y Francia ya pidieron también juzgarlo.

La historia no deja de tener sus curiosidades. Schaefer, de 83 años, fue encontrado en una urbanización privada de Tortuguitas, a pocos minutos de donde, 35 años atrás, había sido capturado el jefe de las SS, Adolf Eichmann, por un comando del Mosad (el servicio secreto israelí). Schaefer llegó a Chile en 1961. En su país, se le investigaba por abuso de menores en una comunidad evangélica. La Colonia Dignidad ya se presentaba en sus orígenes con un lenguaje propio del nazismo. Se veía a sí misma como un "ejemplo de orden y limpieza".

Mayoría de alemanes

Su funcionamiento fue autorizado por el Gobierno de derechas de Jorge Alessandri. Muchas de las cosas que se dijeron de la también conocida como Villa Baviera parecían rozar el disparate. La verdad, sin embargo, superaba a la ficción. Era un Estado (de 13.000 hectáreas) dentro del Estado. Poseía helipuertos, generadores eléctricos propios y un sofisticado sistema de seguridad que incluía túneles de dimensiones cinematográficas. Sus habitantes eran en su mayoría de origen alemán. Hombres y mujeres vivían allí separados y tenían sus propias salas de reuniones. Los niños eran alojados en otros edificios y eran propiedad de Schaefer.

La secta fue, poco a poco, convirtiéndose en un verdadero imperio económico, cuyos tentáculos llegaban hasta Santiago con una fluidez que enseguida llamó la atención. En su agenda estaban los nombres de importantes políticos de derechas, jueces, empresarios y abogados. La colonia fue un territorio inexpugnable hasta para el Gobierno socialista de Salvador Allende. Y, después del golpe militar, llegaron hasta esos campos varios de los rostros feroces de la dictadura, entre ellos el de Augusto Pinochet. Se presume que en la Colonia desaparecieron unos 100 opositores al régimen militar.

Fue en los inicios del segundo Gobierno de la Concertación Democrática, durante la presidencia de Eduardo Frei, cuando la justicia pudo llegar hasta el inalcanzable Schaefer y condenarlo por el abuso de 27 niños. Su red de protección le sirvió para huir. Estuvo 9 años en condición de fugitivo. Muchos preguntan cuántas veces, en este tiempo, entró y salió de Chile. Lograron llegar hasta su escondite por las huellas que iba dejando su círculo íntimo, todos chilenos de apellidos alemanes.

La captura de Schaefer fue ordenada por el juez Joaquín Billard, quien investiga en Santiago la desaparición de Alvaro Vallejos Villagrán, un militante del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) entregado por la policía secreta de Pinochet (la DINA) a las autoridades de la colonia.

Experimentos raciales

Su detención, el jueves, provocó un fuerte impacto en un Chile donde la presencia de antiguos servidores del régimen de Hitler sigue siendo un tema irritante. Un libro del historiador Víctor Farías (Los nazis en Chile ) tuvo en el año 2001 un efecto perturbador. Allí se cuenta, entre otras cosas, cómo se desarrollaron los primeros experimentos raciales con niños chilenos, la presencia de médicos chilenos en campos de concentración alemanes, el trabajo de altos oficiales de las Fuerzas Armadas chilenas en instituciones nazis, y la presencia en Chile del jerarca de las SS, Walter Rauff, que estuvo a las órdenes de Pinochet y fue asiduo visitante de la colonia.