Es medianoche en Hebrón y cerca de un millar de colonos judíos aguardan atrincherados en la que llaman la "casa de la paz". La sala principal de la vivienda, un inmueble de cuatro pisos de hormigón desnudo, la han convertido en una sinagoga oficiosa. Hombres de todas las edades, con kipá y barba mesiánica, en el caso de los adultos, rezan en voz alta, flexionando mecánicamente el torso. Muchos van armados y todos creen que Dios está de su parte. Son un ejército de iluminados.

Tres años después de la evacuación de los asentamientos judíos de Gaza, los colonos israelís vuelven a estar en pie de guerra. Pero en esta ocasión, por un motivo mucho más peregrino: el desalojo de una casa palestina de Hebrón, ocupada por varias familias judías desde marzo del 2007. El Tribunal Supremo de Israel falló a finales de noviembre que los colonos falsificaron los papeles de compra del inmueble y ordenó su desahucio. Pero los colonos, preocupados ante las negociaciones de paz en curso con los palestinos, han querido hacer de esta casa un símbolo para dejar claro al Estado que no abandonarán un solo centímetro del territorio ocupado. "La decisión del tribunal es política. El Estado cree que si nos marchamos de Cisjordania habrá paz, pero sería un suicidio, los árabes están esperando para matarnos a todos", afirma la sexagenaria Rachel Klein, una de sus portavoces.

En la fachada del inmueble, situado en un punto estratégico entre el asentamiento de Kyriat Arba y las colonias judías de Hebrón, un cartel llama "ladrones" al ministro de Defensa, Ehud Barak, y a la presidenta del Supremo. En las últimas semanas, cientos de simpatizantes de los colonos han llegado de todo el país para resistir el desalojo. Ariel, un estudiante de Jerusalén, resume su credo: "Esta tierra es solo de los judíos, está escrito en la Biblia y Dios nos ha ordenado que la poblemos".

300 ANTIDISTURBIOS De momento, el débil Gobierno israelí intenta negociar para evitar un clima de fractura social como el que se vivió durante la evacuación de Gaza. Con las elecciones generales previstas para febrero, teme que se repitan episodios como el de Amona hace dos años, cuando 200 colonos y 80 policías resultaron heridos durante el desmantelamiento de una colonia diminuta de ocho casas. "Todos estamos de acuerdo, incluido los colonos, de que lo mejor sería llegar a un acuerdo, pero si es necesario emplearemos la fuerza", decía ayer el ministro de Seguridad, Avi Dichter. Pero la tensión aumenta y ante los desmanes de los colonos, el Gobierno desplegó ayer a 300 antidisturbios para ponerles coto.

Para resistir, los colonos se han organizado como un Ejército. Han acumulado un arsenal de rocas en el tejado, alambradas y han posicionado a su gente en puestos de vigilancia.