Los colegios electorales de Irak han comenzado a cerrar sus puertas aunque podrán seguir abiertos aquellos centros en los que aún haya electores pendientes de emitir su sufragio. Una vez cerrados los colegios, ha comenzado el recuento de sufragios, según han informaron las autoridades electorales. Un total de 18,9 millones de iraquíes estaban convocados hoy a las urnas para elegir a un nuevo Parlamento, del que saldrá la próxima coalición gobernante y el presidente de Irak.

Los resultados de cada urna serán enviados ahora a la Comisión Electoral, que no ha indicado cuándo podrá estar listo el escrutinio final, que se espera se prolongará por varias semanas.

La jornada electoral ha estado marcada por numerosas explosiones en Bagdad, especialmente a primeras horas de la mañana, que han causado más de veinte muertos y medio centenar de heridos. Las elecciones legislativas han tenido una amplia participación.

La identidad de los votantes se comprobaba al entrar en los colegios. Una vez dentro del recinto se ratifica de nuevo la identidad antes de entregar la papeleta con los nombres de las más de 50 fuerzas políticas que se presentan en los comicios.

"No queremos atentados. Confiamos en Dios", ha asegurado Carlo, votante cristiano, en el colegio electoral de la escuela primaria de Al Sadun.

Mal comienzo

Nada más despuntar el día, Bagdad se ha visto sacudida por el retumbar de algunas explosiones, lo que hacía temer una jornada tensa. Sin embargo, a medida que ha avanzado el día los votantes se han dejado ver en las urnas. Al menos 24 personas han muerto y más de 60 han resultado heridas en los atentados que han ocurrido a la apertura de los colegios electorales. En Bagdad, la capital iraquí, se han registrado explosiones en los barrios de Mansur, de Azamiya y en la zona verde.

Tras las primeras horas de tensión, las autoridades iraquís han levantado parcialmente las enormes restricciones al movimiento de vehículos decretadas para la jornada electoral. Las fuerzas de seguridad fueron autorizadas, pasado el mediodía, a permitir el paso de vehículos con pasajeros dentro, lo que ha contribuido aún más a reducir los temores de las primeras horas y la atmósfera fantasmal que reinaba en las calles a primera hora de la mañana. "Eso quiere decir que el Gobierno ya no teme atentados", ha explicado Mohamed Abou, uno de los pocos chiís que habitan en el barrio de Al Doura, en el sur de Bagdad.

Lo que sucedió ayer en Al Doura refleja un poco el sentir de la comunidad suní. El barrio de casas bajas y terrenos agrícolas, en una zona de menor densidad de población que en el centro de la capital, fue hasta el 2008 un feudo de Al Qaeda y de la insurgencia suní.

Los yihadistas, en cambio, han desaparecido y en el barrio se respira tranquilidad. "En las anteriores elecciones nadie habñia votado hasta ahora", ha explicado Mohamed Abou. "Mire ahora, la gente votar", ha remachado, entre una afluencia constante de votantes. Al caer la tarde, incluso algunos coches comenzaron a hacer sonar sus sirenas.