El tira y afloja entre la Casa Blanca y la comisión independiente del Congreso que investiga el 11-S continuó ayer. La comisión exigió al Gobierno de George Bush que explique por qué retuvo miles de documentos secretos sobre contraterrorismo y espionaje del Gobierno anterior, presidido por Bill Clinton.

"Hemos dado a la comisión acceso a la información que necesita", se defendió la Casa Blanca, pero el portavoz de la comisión, Al Felzenberg, replicó: "Hemos de quedar convencidos de que tenemos todo lo que hemos pedido ver".

Este nuevo encontronazo se produce tras el pulso entre Bush y la comisión, a cuenta de la comparecencia de la asesora de Seguridad Nacional, Condoleezza Rice. El presidente cedió y Rice testificará.

Ahora se trata de la retención de 11.000 documentos que, según exasesores de Clinton, muestran sus esfuerzos para combatir a Al Qaeda. La Casa Blanca reconoce haberlos retenido pero aduce que algunos son "repetitivos o no tienen relación" con el 11-S, y otros son "muy delicados".

En medio de la polémica, EEUU anunció que, a partir del 30 de septiembre, tomará huellas y fotos de todos los extranjeros que visiten EEUU.