No solo los sufridos pasajeros tendrán que soportar los efectos del reforzamiento de las medidas de seguridad impuestas en EEUU tras el atentado fallido en Detroit. Las nuevas restricciones, que parecen encaminadas a terminar convirtiendo la estancia en los aeropuertos y los viajes en avión en un calvario, podrían acabar asestando un duro golpe a las compañías aéreas. El atentado fallido es la puntilla a un año aciago para el transporte aéreo mundial, que ha visto cómo en el 2009 el número de pasajeros ha caído en un 3,1%, el mayor retroceso de la historia.

En Estados Unidos, el sector registró pérdidas superiores a los 16.300 millones de euros y para hacer frente al nuevo escenario ante el descenso de la demanda y la subida de los carburantes, se decantó por reducir el número de asientos disponibles y aumentar las tarifas de los billetes. "Volvemos a tener el barril de petróleo alto y demasiada publicidad del terrorismo, una combinación preocupante", afirmó Joseph Schwieterman, un académico consultado por la cadena CNBC.

Steve Lott, portavoz de la Asociación Internacional del Transporte Aéreo (IATA) --asociación que representa a 230 compañías aéreas-- sostiene que todavía es pronto para evaluar el impacto del atentado fallido. "Incidentes aislados como este raramente tienen un impacto, pero quizá una reacción muy fuerte en el tema de la seguridad puede provocar el hartazgo de los viajeros", apuntó Richard Aboulafia, analista del gabinete Teal Group.

RESTRICCIONES Las nuevas medidas de seguridad para las aerolíneas que sobrevuelen el espacio aéreo estadounidense incluyen nuevos y más exhaustivos controles en las puertas de embarque, restricciones en el número de bultos del equipaje de mano y la prohibición a los pasajeros de levantarse de sus asientos una hora antes del aterrizaje, ni para ir al baño.

Que volar se está convirtiendo en una pesadilla es un sentimiento generalizado. Los viajeros internacionales puede que no tengan otras alternativas al avión, pero sí empieza a haber un cambio de tendencias en los viajes de negocios. Ya son muchos los ejecutivos que prefieren el tren para el trayecto Nueva York-Washington.