Los miembros de la comunidad hazara y los familiares de las 84 víctimas del atentado del pasado sábado contra la comunidad chií de la ciudad de Quetta, en la provincia de Baluchistán, cerca de la frontera afgana, han enterrado este miércoles a sus muertos, según ha informado la cadena Dawn. El domingo, los miembros de la comunidad chií se negaron a enterrar a los fallecidos y salieron a la calle para manifestar su malestar y denunciar que el Gobierno no protege a los miembros de la rama chií del Islam. Las protestas se dieron ayer por finalizadas tras la detención por parte de las autoridades de 170 personas sospechosas de participar en el atentado.

"Todos los cuerpos han sido enterrados", ha declarado el presidente de la Conferencia Chií de Baluchistán, Syed Dawood Agha. Cientos de personas han participado en este funeral masivo cargado de tensión en el que los asistentes lanzaron piedras y abrieron fuego contra el coche del comisionado adjunto de Quetta, Mansoor Kakar.

"El comisionado adjunto escapó de los disparos por poco", ha asegurado el subinspector general de la Policía de Quetta, Fayyaz Sumbal. Las fuerzas de seguridad efectuaron disparos al aire para dispersar a la multitud enfurecida. Tras este brote de violencia se enviaron al lugar refuerzos policiales para mantener el orden.

El atentado, que causó la muerte de 84 personas, tenía como objetivo a los hazaras, miembros de una comunidad chií que en el momento de la explosión de la bomba, colocada en un tanque de agua, poblaban un atiborrado mercado. El ataque fue reivindicado por la organización terrorista Lashkar-e-Jhangvi (LeJ), responsable de la muerte, el pasado 10 de enero, de 93 personas en un atentado similar.