Diversos países árabes condenaron ayer el asesinato de Qasem Soleimani, comandante de la Fuerza al Quds de los Guardianes de la Revolución de Irán, y de un líder de la milicia chií iraquí Multitud Popular, en un ataque estadounidense en Bagdad, la capital de Irak. El primer ministro dimisionario iraquí, Adel Abdelmahdi, condenó los asesinatos y los calificó de «violación flagrante de la soberanía iraquí y ataque a la dignidad del país». Además, advirtió de que esta acción representa «una escalada peligrosa que enciende una guerra destructiva en Irak, en la región y en el mundo», y denunció que el ataque contraviene las condiciones y el papel de las fuerzas de EEUU en Irak, cuyo cometido es entrenar a las tropas iraquís y luchar contra el grupo yihadista Estado Islámico (EI), «bajo la supervisión y con la aprobación del Gobierno iraquí».

La reacción ante la muerte de Soleimani también fue contundente en Líbano, cuyo presidente, Michel Aoun, la calificó de «asesinato criminal». Por su parte, el Ministerio de Exteriores libanés señaló que el ataque es «una violación de la soberanía iraquí y una escalada peligrosa contra Irán que aumentará las tensiones en la región». Beirut pide «mantener al Líbano al margen de las repercusiones de este peligroso incidente porque es necesario para su seguridad y estabilidad política que se garantice su salida de la crisis económica» que vive el país. El Gobierno libanés se distanció así de lo sucedido para no verse arrastrado por el eje chií de Oriente Próximo, del que forma parte junto a los aliados árabes de Irán, el primero, Siria.

LA MISMA SENDA / Soleimani se encargaba de las operaciones de los Guardianes de la Revolución en el exterior, sobre todo en Siria y en Irak, y estaba en estrecha coordinación con los movimientos afines a Teherán en toda la región, como el grupo libanés Hizbulá. Su líder, Hasan Nasralá, aseguró que seguirá la senda del comandante fallecido hasta «conseguir sus objetivos» y prometió vengar su muerte en declaraciones al canal de televisión libanés Al Manar, portavoz de Hizbulá.

Para el Gobierno sirio, el asesinato de Soleimani es una «agresión criminal traicionera» semejante a los métodos de «bandas criminales», el Ministerio de Exteriores.

El régimen de Bashar al Asad ve la muerte de Soleimani como una «grave escalada de la situación en la región». Los Guardianes de la Revolución han sido un apoyo fundamental para Damasco desde el inicio de la guerra en Siria en el 2011, han luchado sobre el terreno y han asesorado al Ejército de Asad, junto a milicias chiís como Hizbulá.

Damasco culpó a Washington de la inestabilidad en Irak debido a «su política de generar tensiones y conflictos».

Afganistán, donde combaten miles de tropas estadounidenses, aseguró ayer que su territorio no se utilizará contra ningún vecino. El Gobierno de Kabul expresó además su preocupación por una eventual escalada de violencia en la región debido al ataque estadounidense en suelo iraquí.

«La República Islámica de Afganistán asegura a su pueblo y a todos sus países vecinos que, según el Acuerdo de Seguridad con Estados Unidos, el suelo de Afganistán bajo ninguna circunstancia se utilizará contra ningún país extranjero», dijo el palacio presidencial afgano en un comunicado.

Afganistán, que comparte frontera con Irán, instó a EEUU y a Bagdad a resolver sus problemas a través del diálogo.