China ha condenado a cuatro años de cárcel al prominente abogado de derechos humanos Wang Quanzhang por “dañar la seguridad estatal y la estabilidad social”. Wang forma parte del grupo de más de 200 abogados y activistas que fueron detenidos en 2005 durante la masiva “campaña 709” en referencia al 9 de julio que marcó su inicio.

El tribunal de la ciudad norteña de Tianjin ha sentenciado a Wang por aceptar fondos de organizaciones extranjeras, formar a abogados en su especialidad, filtrar informes de investigación al exterior y defender organizaciones de culto prohibidas. La sentencia alude a Falun Gong, grupo religioso que acumula décadas de acoso en China. Wang también trabajó en casos de activistas políticos y víctimas de robos de tierras.

Wang es el último en recibir sentencia de los capturados en la “campaña de 709” y su tramitación ha sido excepcionalmente lenta. El abogado, detenido en agosto de 2015, estuvo incomunicado y su familia sólo supo que seguía con vida tres años después. La condena emitida ahora se considerada relativamente corta para un delito que puede acarrear cárcel de por vida y es más que probable que se haya tenido en cuenta la estancia en prisión previa al juicio. El tribunal también le priva de derechos políticos durante cinco años.

JUZGADO EN VACACIONES

El abogado fue juzgado el 26 de diciembre, siguiendo la tradición de programar los casos más sensibles cuando los periodistas y diplomáticos extranjeros han dejado por vacaciones el país. El juicio se desarrolló a puerta cerrada por tratar cuestiones de seguridad nacional, explicó la prensa oficial. Pekín trasladó días atrás una directiva a todos los medios para que callaran sobre el caso de Wang, ha desvelado la organización China Digital Times.

La estancia en la cárcel ha empujado al frente a su esposa, Li Wenzu. Li emprendió una publicitada marcha de 100 kilómetros entre Tianjin y Pekín para pedir la liberación de su marido. En noviembre recibió el Premio Edelstam por los derechos humanos pero no pudo atender la ceremonia en Estocolmo por la prohibición de salir del país. Para Caroline Edelstam, fundadora y presidente de la Fundación que otorga el premio, Li “ha seguido luchando por los principios del derecho y democracia en China más allá de sus intereses personales y ha hecho campaña no sólo por la liberación de su marido sino por la de todas las víctimas de derechos humanos en China”. La cancillera alemana, Angela Merkel, pudo reunirse con ella durante su viaje a China del pasado año.

Aquella campaña de 2015 intentó descabezar al grupo de heroicos abogados de derechos humanos que acostumbra a defender las causas perdidas en los tribunales chinos. Muchos de ellos fueron liberados poco después y algunos denunciaron torturas durante la detención.