Donald Trump se convertirá este miércoles en el tercer presidente de Estados Unidos sobre el que pende la amenaza del 'impeachment'. La Cámara de Representantes, controlada por los demócratas, se reúne para mantener un debate de cerca de seis horas que culminará con la votación sobre los dos aspectos sobre los que se articularía el juicio político al presidente republicano: abuso de poder, por tratar de coaccionar a Ucrania para que le ayudara en su campaña de reelección, y obstrucción al Congreso, por entorpecer la posterior investigación parlamentaria.

Estas seis horas de discusión se dividirán a partes iguales entre republicanos y demócratas y serán precedidas por una hora de debate sobre la aplicación de las normas oportunas en esta sesión plenaria. El histórico voto se espera, como muy pronto, a última hora de la tarde.

En una capital bajo tensión después de tres meses de un controvertido procedimiento, la Cámara baja ejercerá "uno de los poderes más solemnes garantizados por la Constitución", como expuso este martes por la noche la jefa de los demócratas en el Congreso, Nancy Pelosi. Si sigue el procedimiento previsto, la cuestión se dirimiría en el Senado, en manos de los republicanos, donde se organizaría el juicio al presidente. Sería probablemente en enero. Y los republicanos ya han advertido de que el mandatario sería absuelto.

CONTRAOFENSIVA

Anticipándose a este nuevo episodio dramático, el excéntrico mandatario se rebeló contra sus oponentes. "Están declarando una guerra abierta contra la democracia estadounidense", dijo el martes antes de la votación en una dura carta oficial enviada a Pelosi. "La historia te juzgará severamente", le dijo también.

Antes de Donald Trump, solo Andrew Johnson en 1868 y Bill Clinton en 1998 habían pasado por este proceso. El republicano Richard Nixon, involucrado en el escándalo de Watergate, había preferido renunciar en 1974 antes de arriesgarse a la destitución.

Para Trump, el voto en la Cámara es solo "un intento de golpe ilegal y partidista", motivado por el resentimiento. "No pueden aceptar el veredicto de las urnas el 2016", sostiene en la misiva, en referencia a su victoria electoral que había frustrado la mayoría de los pronósticos.

Mientras se presenta como la víctima de una "cruzada viciada", Trump dice que seguramente saldrá consolado de este capítulo: "No tengo dudas de que el pueblo estadounidense responsabilizará a los demócratas en las elecciones de 2020". El presidente septuagenario quiere transformar esta terrible experiencia en una victoria política. En un país polarizado, dividido como nunca antes, cree que puede galvanizar su base y, gracias al éxito de la economía estadounidense, consolidar su reelección el 3 de noviembre.