Alemania volvió a vivir ayer una pesadilla racista. Andreas Hollstein, alcalde de la pequeña localidad alemana de Altena, se encontraba en un restaurante de Kebabs cuando fue apuñalado por un hombre que había hecho comentarios en contra de la política de acogida de refugiados. “Las autoridades y los cuerpos de seguridad asumen que hay un claro trasfondo político en el ataque”, explicó Armin Laschet, primer ministro del Estado de Renania del Norte-Westfalia y compañero de partido de Hollstein.

Tras el ataque con cuchillo, el político conservador fue trasladado de urgencia a un hospital cercano en ambulancia, de donde pudo salir sin heridas mayores por la noche. “Estoy contento de seguir vivo”, confesó. Los primeros informes apuntan a que antes de abalanzarse contra su víctima el agresor, claramente borracho, le preguntó si era el alcalde. El propietario del local, de origen inmigrante y que acudió en ayuda del alcalde, también resultó herido.

A falta de que se conozcan más detalles sobre lo sucedido, todo apunta a que el autor del ataque, detenido posteriormente por la policía, tenía un móvil racista. No sin relación, la ciudad de Altena ganó popularidad a nivel nacional después que el gobierno local decidiese aceptar más refugiados que los que establecía la cuota fijada por Berlín. Esa demostración de compromiso con los recién llegados le valió a la localidad el Premio Nacional a la Integración, dotado con 10.000 euros y que les entregó en mayo la cancillera Angela Merkel.

Crecen los ataques racistas

Sorprendidos por el ataque, la clase política reaccionó rápido en apoyo al alcalde. “Estoy contenta de que pueda estar con su familia”, expresó la líder democristiana a través de su portavoz, Steffen Seibert. El líder socialdemócrata Martin Schulz también condenó el ataque y pidió “permanecer juntos frente a la violencia”. Ambos se encuentran en la fase previa para negociar otro posible gobierno de Gran Coalición.

A pesar del impacto del ataque, no es la primera vez que Alemania vive agresiones racistas contra sus máximas autoridades políticas. En octubre del 2015 la candidata independiente Henriette Reker fue apuñalada y herida de gravedad por un neonazi, molesto con su decisión de acoger a refugiados, el día antes de las elecciones locales de Colonia. La agresión no fue suficiente para evitar que, el día después, Reker se convirtiese en alcaldesa de la ciudad desde el hospital.

Ese es uno de los muchos casos que ilustran la creciente tensión que se vive en Alemania y el repunte de la violencia xenófoba. Durante el año pasado se registraron 3.533 ataques a refugiados, a un ritmo de casi diez por día.