La Asamblea Constituyente de Bolivia se reunía ayer en una Sucre engañosamente calmada en la que se presagiaban las peores tormentas políticas después de que el Movimiento al Socialismo (MAS), el partido del presidente, Evo Morales, se "acuartelara" en un liceo militar para aprobar el nuevo texto fundamental. En una carrera contrarreloj y sin acuerdos con la oposición, el MAS modificó el viernes a medianoche el Reglamento de Debates para acelerar las tareas.

Según la prensa boliviana, Morales fue taxativo con Silvia Lazarte, la dirigente campesina que preside la Asamblea. "Viva o muerta, me entregas la Constitución el 14 de diciembre", le habría dicho. Lazarte obró en consecuencia y reabrió las sesiones del cónclave bajo una celosa protección del Ejército, la policía y los sindicatos.

ESCAPAR AL ASEDIO El MAS y sus aliados (diputados disidentes de la derecha) buscan escapar al asedio de los sectores que les impedían reunirse desde agosto. En la noche del viernes, Sucre fue escenario de más de ocho horas de enfrentamientos entre la policía y los grupos que, con cierta pátina racista, piden que la ciudad vuelva a ser capital del país. Sus líderes anunciaron que no acatarán la futura Constitución.

Los asambleistas del MAS llegaron al liceo Teniente Edmundo Andrade dispuestos a quedarse hasta lograr su objetivo. Trabajarán todos los días, de sol a sol, incluso festivos. "El MAS tiene quórum en la Asamblea, pero no sus dos tercios. Podrán intentar aducir que tienen dos tercios de los presentes, pero, hacer un proyecto de Constitución con 140 masistas no es la idea de un pacto social y menos hacer esto en un cuartel, entre fusiles y bayonetas", dijo el excandidato presidencial de derechas (Podemos) Jorge Quiroga.

Los opositores a Morales anunciaron protestas para el 27 de noviembre en Santa Cruz y otras de las regiones autonomistas.

La tensión crece peligrosamente. Para el vicepresidente, Alvaro García Linera, "la lógica" de la historia del país lleva a pensar "que habrá que llegar a un momento de tensión de fuerzas". Ese momento, remarcó, "está más cerca de lo que parece". "Listos para la guerra civil", proclamaron los "ponchos rojos", un grupo campesino radical en defensa del Gobierno.