Una oleada de alegría recorrió el país. Los hinchas lloraban y bailaban en las calles, abrazándose y ondeando camisetas y banderas iraquís. La selección de fútbol de Irak cuenta con jugadores chiís, sunís y kurdos, y juntos ganaron ayer la Copa de Asia.

Cientos de miles de iraquís de todos los orígenes y creencias aparcaron por unas horas sus diferencias y celebraron emocionados el triunfo de su selección, que se trajo de Indonesia la copa continental. Aunque tanta alegría quedó empañada apenas una hora después, con dos explosiones cerca de Balad, a 80 kilómetros al norte de Bagdad. Al menos 7 personas murieron y 10 resultaron heridas.

Ni el toque de queda para vehículos ni el temor a nuevos atentados impidieron que iraquís de distintas comunidades y credos salieran a la calle. Los hinchas coreaban eslóganes como "traiga la copa, traiga" o "el Irak suní y chií no se vende".

El primer ministro iraquí, Nuri Al Maliki, ordenó recompensar con 10.000 dólares (unos 7.300 euros) a cada jugador. Tanto el presidente del país, Yalal Talabani, como el del Parlamento, Mahmud Al Mashadani, entre otros, felicitaron al pueblo y a los campeones.