Piongyang ha ordenado estes domingo el lanzamiento del misil de largo alcance, ocupado la atención global destinada al año nuevo chino y la Superbowl estadounidense y sacado de la cama a los líderes mundiales en un domingo invernal. Corea del Norte había avisado a las agencias internacionales que enviaría un satélite al espacio en algún momento a partir del domingo. El cambio de planes pudo deberse para aprovechar el buen tiempo o para incordiar las celebraciones de las dos mayores potencias globales.

El día elegido sublima el rol de robaescenas de los dirigentes norcoreanos, capaces de atraer durante décadas los focos hacia un remoto y empobrecido país del Extremo Oriente y empujar a sus vecinos y la ONU a la liturgia de condenas y reuniones de emergencia. Todo eso ha ocurrido esta mañana de domingo después de que una presentadora de la televisión pública norcoreana con un vestido típico anunciara que su Gobierno acababa de poner en órbita un satélite. La mujer calificó de “histórico” el episodio y subrayó el derecho nacional al uso pacífico e independiente del espacio con una última y elocuente alusión a la mejora de las “capacidades militares”.

Estados Unidos confirmó que un vehículo “parecía haber alcanzado el espacio” y la televisión japonesa mostró el rastro lumínico dejado por el cohete.

EL COHETE NO FUE DERRIBADO

El cohete Kwangmyongsong-4 fue lanzado sobre las 9.00 (hora local) y alcanzó la órbita diez minutos más tarde, según Pyongyang. Ni Corea del Sur ni Japón cumplieron su amenaza de abatirlo si sobrevolaba su territorio.

Su recorrido y otros detalles indican que es muy parecido al que ya puso en órbita otro satélite en diciembre de 2012. Seúl ha informado de que la primera fase se desprendió del cohete y estalló poco después antes de caer al mar, probablemente para evitar que fuera recuperado de las aguas y estudiado como ocurrió en la anterior ocasión.

“Si Corea del Norte puede comunicarse con el Kwangmyongsong-4, aprenderá cómo manejar un satélite en el espacio. Y si no, habrá adquirido experiencia sobre los lanzamientos y aprendido más sobre la fiabilidad de sus sistemas de cohetes”, opina David Wright, experto nuclear y codirector de la Unión de Científicos Preocupados.

DIÁLOGO DE SORDOS

El lanzamiento actual, como el anterior, ha desatado el habitual diálogo de sordos entre Pyongyang y la comunidad internacional. Corea del Norte sostiene que son sólo proyectos científicos mientras las cancillerías y expertos ven en ellos ensayos balísticos encubiertos y recuerdan que del satélite enviado tres años atrás para controlar el flujo de lluvias y sequías que arruinan la agricultura norcoreana no se han tenido noticias aún.

La tecnología para llevar un satélite al espacio es parecida a la de llevar una ojiva nuclear a un punto lejano de la tierra. Faltan, sin embargo, dos pasos tan imprescindibles como complejos: la miniaturización de la ojiva y un cohete que, además de subir al espacio, baje para golpear su objetivo.

El lanzamiento llega cuando la comunidad internacional aún debatía la ampliación de sanciones aplicables a Corea del Norte por su ensayo con una supuesta bomba de hidrógeno en enero y se antoja difícil que puedan dar con nuevas.

CONSEJO DE SEGURIDAD

Seúl y Tokyo, habituales objetivos de la beligerante prosa norcoreana, respondieron primero. La presidenta surcoreana, Park Geun-Hye, habló de un “imperdonable acto de provocación”, pidió más sanciones internacionales y convocó de urgencia al Consejo de Seguridad Nacional. El primer ministro japonés, Shinzo Abe, calificó el lanzamiento de “absolutamente intolerable” y de “flagrante violación” de las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU.

Éste fue convocado también para el domingo después de que su secretario general, Ban Ki-Moon, se refiriera al último desmán norcoreano como “profundamente deplorable”.