Muchos esperaban que cuando llegara el 4 de julio, este año con el principal festivo adelantado al viernes, el coronavirus estaría bajo control y Estados Unidos podría entregarse a sus tradicionales celebraciones del día de la Independencia. La fuerza con la que el virus se propaga descontrolado en el país, especialmente en estados del sur y el oeste, ha hecho desvanecerse la idea. Al menos ocho estados batieron de nuevo el jueves récords de contagios, son ya más de 2,74 millones los casos detectados en el país y cerca de 129.000 los muertos. Y el mensaje dominante ahora de las autoridades, con excepción de Trump, es evitar aglomeraciones.

Mientras el presidente viajaba a Dakota del sur para una celebración con miles de personas en el monte Rushmore (una visita protestada por las comunidades nativas), se han cancelado los fuegos artificiales y desfiles en puntos del país. Se ha instado a los ciudadanos a limitar los invitados a las barbacoas. También se han cerrado playas en Florida, en el sur de California y hay cierres y restricciones de acceso en las de la costa de Texas. El gobernador de este estado ha dado permiso para imponer restricciones de reuniones de más de 10 personas.