Rafael Correa inició ayer su segundo mandato con la promesa de profundizar el proceso de cambios iniciado en enero del 2007. Cuando comenzó su primer periodo, los altos precios del petróleo (que llegó a los 99 euros por barril) y el sostenido envío de remesas por parte de la emigración ecuatoriana en Europa y EEUU, no solo permitieron sostener la economía. También garantizaron la expansión de las políticas sociales que apuntalaron la popularidad de Correa. Con viento a favor, el oficialismo reformó la Constitución. Luego, el presidente fue reelegido. Pero los días de la bonanza ya pasaron.

La crisis mundial tiene un doble impacto. De un lado, el crudo ya no vale lo mismo. Por otra parte, los ecuatorianos reciben menos dinero de sus familiares en el exterior porque perdieron su trabajo, regresaron o ganan menos. El Estado gasta más de lo que recauda y el mercado interno local se ha contraído.

El nuevo Gobierno se enfrenta al desafío de cumplir con su programa en un escenario adverso. "Correa tendrá que afrontar el coletazo de una crisis que le obliga a ajustarse el cinturón, para evitar que el 2010 sea el inicio de otra década perdida", señaló el diario El Comercio.