Crespones negros en las antenas de los vehículos que circulaban por Irbil y el dolor contenido en el duelo tras el doble atentado del domingo. Miles de kurdos vestidos de gala desfilaron ayer prácticamente en silencio a primera hora de la tarde en la mezquita Sawaf para rendir un último tributo a las decenas de muertos del día anterior en sendos ataques suicidas casi simultáneos contra las sedes de los dos principales partidos kurdos: La Unión Patriótica del Kurdistán (UPK) y el Partido Democrático del Kurdistán (PDK).

En medio de una atmósfera de tensión, nadie osó gritar venganza pese a la magnitud del atentado, aunque muchos se preguntaban por las consecuencias políticas de este golpe contra la minoría kurda que aspira a una amplia autonomía.

En los hospitales

Rostam Karim, con la piel del rostro en carne viva y enormes llagas purulentas en las manos, se recuperaba ayer de sus graves heridas en el hospital universitario de Irbil. Su condición, según el doctor Zana Shervani, era "estable", aunque no descartó "posibles complicaciones infecciosas" y dio por sentado "que le quedarán cicatrices en las manos". "Presenta quemaduras de segundo grado en la cara, en los brazos y en los testículos", dijo el médico. "Recuerdo una inmensa bola de fuego; intenté cubrirme la cara con ambas manos, pero sólo logré quemármelas", narró.

Rostam recuerda cómo le golpeó en la cara "una pierna humana desmembrada del resto del cuerpo". Menos suerte corrió Salam Husein. Es uno de los tres pacientes que ingresaron en coma profundo en el Hospital Rizgari, el principal centro sanitario de Irbil. Aunque los otros dos murieron al poco de ingresar, no hay esperanza de que Salam, con un trozo de metralla en la cabeza, pueda recuperarse. "No se le puede operar para extraerle el trozo de metralla; ya se lo hemos explicado a su familia", aclaró un médico. Entre sollozos, su hermano Mabad rezaba para que se produjera un milagro.

A media tarde de ayer, la cifra de muertos superaba los 67. Solamente la ONG italiana Emergency, a cargo del Hospital de Urgencias de Irbil, había contabilizado 25 muertos entre los pacientes que admitieron. "El primer paciente que recibimos fue el viceprimer ministro, Sami Abdul Rahman. Presentaba múltiples heridas de metralla en el tórax; ingresó ya cadáver", contó el doctor Mario Nino. Casi todos los heridos ingresados eran hombres, milicianos y miembros del aparato de seguridad de los partidos, pese a que los portavoces hospitalarios se esforzaban por convencer a los periodistas de que se trataba de civiles que habían acudido a la sede de ambas formaciones por la Fiesta del Sacrificio.

Aumentan los riesgos

El Kurdistán era hasta ahora la única zona relativamente segura de Irak. "Tras el doble atentado de ayer, somos conscientes de que los riesgos se multiplican, y que también aquí, en Irbil, nuestro personal corre peligro", consideró Nino.

Algunos observadores temían las consecuencias de un atentado provocador. "En crisis siempre nos unimos", dijo el periodista kurdo Bajtiar Talabana. "Vamos a plantear con más fuerza nuestras demandas políticas", insistió. Y es que el doble atentado se produce en medio de crecientes tensiones por las exigencias del PDK y la UPK de obtener amplia autonomía en un Estado federal.

A medida que ambos partidos digieren la tragedia, muchos piensan que se harán más insistentes estas exigencias para evitar que el Kurdistán se vea engullido por la espiral de violencia en Irak.