La disputa entre el presidente boliviano, Evo Morales, y las regiones que reclaman la autonomía y el control de la renta petrolera disparó una crisis regional que, por factores convergentes y de orden bilateral, enfrenta a Estados Unidos con Bolivia, Venezuela y Argentina al mismo tiempo.

Washington anunció ayer la expulsión del embajador venezolano, Bernardo Alvarez, en respuesta a igual decisión de Hugo Chávez. "Ya basta de tanta mierda de ustedes, yanquis de mierda", dijo el presidente al anunciar la salida de Patrick Duddy. Chávez expulsó al embajador de EEUU en solidaridad con Morales, que horas antes había echado al embajador Philip Goldberg, a quien acusó de instigar los movimientos separatistas.

"Las acusaciones de los presidentes de Bolivia y Venezuela contra nuestros magníficos embajadores son falsas", dijo el portavoz del Departamento de Estado, Sean McCormack, y agregó: "El único derrocamiento que buscamos es el de la pobreza". A criterio del portavoz, Chávez y Morales son dos mandatarios aislados y desesperados.

El Gobierno boliviano venía siguiendo de cerca las reuniones secretas y en público de Golberg con la oposición autonomista. Su antecedente diplomático en la antigua Yugoslavia lo convertía, a ojos de los hombres más cercados a Morales, en un experto en secesiones.

El delicado escenario boliviano no explica por sí solo la reacción de Chávez, quien se lanzó a su propia batalla contra Washington invocando nuevas conjuras internas, y después de proclamar su alianza militar con Rusia, en lo que parece ser un remedo de la guerra fría.

SANCIONES DEL TESORO El Departamento del Tesoro de EEUU respondió con sanciones económicas contra el exministro del Interior y Justicia venezolano, Ramón Rodríguez Chacín, y los dos jefes más importantes del espionaje de ese país, Hugo Armando Carvajal Barrios y Henry de Jesús Rangel Silva, por supuestos apoyos a las FARC.

La controversia entre Washington y Caracas tiene, a su vez, una sensible conexión con Argentina. Ahora tiene lugar en Florida (EEUU) un juicio en el que se busca probar que agentes de Chávez espiaban en EEUU. Uno de los personajes de ese proceso es el empresario venezolano con pasaporte norteamericano, Alejandro Antonini Wilson, actual colaborador del FBI.

En agosto del 2007, Wilson intentó introducir en la capital argentina un maletín con 563.000 dólares, cuando fue interceptado por Aduana. Había viajado en un avión privado y fletado por el Gobierno de Néstor Kirchner. En ese aparato estaba el funcionario a cargo de los negocios entre los dos países y representantes de la petrolera venezolana PDVSA. El dinero incautado iba destinado a la campaña electoral de Cristina Fernández de Kirchner.