Pakistán galopa hacia una nueva y peligrosa crisis política después de que el principal líder de la oposición, el exprimer ministro Nawaz Sharif, se saltara una orden de arresto y se uniera a la marcha antigubernamental que culminará hoy en la capital, Islamabad. La manifestación es un claro desafío al actual presidente del país, Asif Ali Zardari, y tiene como objetivo exigir la rehabilitación de los jueces independientes destituidos durante la dictadura, además de protestar por la decisión de la judicatura de inhabilitar a Sharif y su hermano para cargos públicos. Ayer se produjeron fuertes enfrentamientos entre la policía y grupos de opositores en Lahore, la segunda ciudad del país.

Un portavoz del partido que lidera Sharif, la Liga Musulmana-N (PML-N), denunció que el Gobierno había decretado una orden de detención domiciliaria contra el exprimer ministro y su hermano Shahbaz, que residen en Lahore, capital de la rica provincia de Punjab. El Ejecutivo de Islamabad lo desmintió, aunque lo cierto es que la casa del Sharif estaba ayer rodeada de fuerzas de seguridad y de miles de sus simpatizantes. En todo caso, Sharif salió de su domicilio y se sumó a una comitiva de más de 200 vehículos que se dirigió a la capital, que dista unos 300 kilómetros, para participar en la protesta prevista para hoy.

"ESTADO POLICIAL" "Ha llegado el día de salir de esta casa, de llevar a Pakistán hacia su destino", dijo Sharif en la puerta de su casa. "Es un momento de oro para la historia de Pakistán. Es es preludio de una revolución". El exprimer ministro calificó de "ilegal" el supuesto arresto domiciliario impuesto por el Gobierno y acusó al presidente Zardari de imponer un "estado policial". La protesta de los seguidores del exprimer ministro no es solo para exigir la rehabilitación de los letrados expulsados a finales del 2007 por el expresidente, el general Pervez Musharraf, sino también para que el Tribunal Supremo anule el veredicto que deja fuera de la vida pública a los hermanos Sharif.

Durante estos últimos días la policía ha detenido a cientos de opositores, muchos de ellos abogados, y ha puesto en alerta al Ejército. Ante la gravedad de la situación, las autoridades han intentado calmar los ánimos y han ofrecido diálogo a la oposición. Tras hablar por teléfono el sábado con la secretaria de Estado de EEUU, Hilary Clinton, Zardari ofreció a Sharif negociar la rehabilitación de los abogados e incluso recurrir la decisión del Supremo. Los observadores sostienen que Zardari se niega a rehabilitar a los letrados por temor a que reabran los casos de corrupción que pesan sobre él.

En todo caso, la ya bautizada larga marcha de protestas hacia Islamabad parece imparable. La oposición espera concentrar hoy a miles de simpatizantes, a pesar de los obstáculos y barreras colocadas por las autoridades en las entradas de la capital --como contenedores y camiones-- para dificultar la llegada de los manifestantes. El destino final de la marcha es el Parlamento, donde se llevará a cabo una sentada.

ADVERTENCIAS "Nos acercamos a la anarquía. El Gobierno ha perdido toda su credibilidad", advirtió ayer Jaffer Ahmedf, investigador de la Universidad de Karachi. "La situación se hace cada vez más caótica", manifestó, por su parte, el general retirado y analista político, Talat Massoe.

Esta situación inquieta de manera especial a EEUU que necesita un Pakistán estable para poder llevar a cabo la lucha contra los terroristas de Al Qaeda y los talibanes, que están plantando cara a las fuerzas de la OTAN en Afganistán. Ayer mismo, los islamistas atacaron una terminal de transporte en el noroeste del país que utiliza la OTAN como centro de suministros para las tropas que luchan en Afganistán. Docenas de vehículos y contenedores militares fueron destruidos.