El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) denunció ayer las condiciones de vida en Faluya, por cuyas calles fluyen las aguas residuales. Tras el asalto estadounidense a la ciudad, cientos de cadáveres se amontonan en un almacén. La Cruz Roja proporcionará equipos para reparar el alcantarillado y las plantas de tratamiento de aguas. La falta de agua potable amenaza con desencadenar epidemias.

Un grupo de siete funcionarios del CICR entraron en la ciudad rebelde el martes por vez primera desde que la ciudad fue asaltada por 10.000 soldados estadounidenses apoyados por tropas iraquís. "Vimos a muy poca gente, la mayoría prefiere permanecer en sus casas", declaró el portavoz de la ONG, Florian Westphal. Según EEUU, un total de 1.600 rebeldes murieron durante la ofensiva militar.