La explosión de cuatro coches bomba ayer, en la ciudad shií de Basora, en el sur de Irak, provocó al menos 68 muertos, entre ellos 17 niños, y un centenar de heridos. Los combates se reavivaron en Faluya, feudo de la resistencia radical a la ocupación, causando al menos 17 muertos entre los miembros de la insurgencia. Fue una nueva jornada negra para las fuerzas de la coalición, que intentan restablecer la calma tras dos semanas de caos.

Ninguno de los intentos de mediación para alcanzar un acuerdo entre los grupos rebeldes y los generales norteamericanos ha tenido éxito. Todos los actores del conflicto iraquí esperan o se preparan para el inevitable estallido de violencia que parece anunciar el cuádruple atentado con coches bomba en Basora y sus alrededores, que destruyó tres comisarías de policía y la academia policial en la vecina localidad de Zubeir, a unos 20 kilómetros.

AUTOBUS ESCOLAR Un recuento provisional de los servicios hospitalarios de Basora daba cuenta a media tarde de 68 muertos. Las explosiones sacudieron el centro de la ciudad alrededor de las siete de la mañana (dos horas menos en España), mientras un grupo de estudiantes se dirigía a su escuela. Entre los heridos también había varios menores. Un autobús escolar que pasaba ante una comisaría de policía resultó afectado por una de las cuatro explosiones.

VICTIMAS CIVILES "La mayoría de las víctimas son civiles", precisó el alcalde de la ciudad, Wail Abdel Hafiz. Cuatro militares británicos resultaron heridos en el atentado contra la academia de policía. Según las autoridades de Basora, la cadena de explosiones lleva la firma de la organización terrorista Al Qaeda.

"Estos atentados parecen haber sido cometidos por kamikazes", añadió un portavoz de la coalición en el sur, una zona bajo responsabilidad militar del Reino Unido y, hasta ahora, relativamente al margen de la violencia que reina en muchas otras zonas del país. Soldados que vinieron a constatar los daños fueron recibidos a pedradas y tuvieron que retirarse ante la muchedumbre hostil.

"Tememos que estos atentados provoquen un levantamiento popular contra la coalición en el sur", declararon responsables de la oficina del gran ayatolá Alí al Sistani en Bagdad. Los notables del clero shií se esfuerzan desde hace varios días en evitar una confrontación entre partidarios del joven dirigente radical shií Moktada al Sadr y las tropas norteamericanas en Nayaf. Autoridad moral muy respetada por los shiís, el ayatolá Sistani parece creer que su capacidad de mediación ha alcanzado límites peligrosos para su prestigio moral.

"Los que han preparado estos atentados no han podido elegir mejor momento", explica el clérigo, en referencia a la explosión de la protesta shií y suní contra la ocupación. La comunidad shií es un volcán en estado de erupción. Tras los incidentes de Faluya, y bajo la amenaza de una intervención contra Nayaf, la indignación de los iraquís contra las fuerzas de la coalición no ha sido nunca tan intensa.

AZUZAR EL CAOS Las actuaciones de la coalición empujan el sentir popular hacia los extremistas. "El objetivo de los terroristas (en Basora) es azuzar la anarquía para empujar a los shiís a asumir las tareas de seguridad; esto acarreará conflictos con la coalición; espero nuevos atentados en Bagdad", puntualizó este líder.

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