Confinamiento domiciliario de tres días con salidas limitadas, largas colas y escenas de pánico en los supermercados, parques y piscinas cerrados, residencias de ancianos incomunicadas, bloqueo de accesos a la ciudad... Así es como ha reaccionado Nueva Zelanda ante el hallazgo de cuatro casos de contagio local de covid-19 en Auckland tras 102 días sin registrar ningún caso de infección autóctono.

Todo empezó el martes. Las autoridades sanitarias dieron la voz de alarma ante la detección de cuatro infectados de una misma familia en la ciudad más poblada de Nueva Zelanda, con 1,5 millones de habitantes. Ninguno de ellos había viajado recientemente al extranjero. De inmediato, el Gobierno ordenó el confinamiento de Auckland durante tres días. Ayer, se informó de cuatro probables casos más.

El rastreo de los nuevos contagios se ha extendido a Rotorua, una localidad 192 kilómetros al sur de Auckland, dado que dos miembros de la familia infectada viajaron a ese lugar turístico el fin de semana pasado.

La hipótesis que barajan los investigadores es que el origen del brote está en mercancías congeladas importadas, ya que uno de los contagiados trabaja en un centro de refrigeración de alimentos.

El brote de covid-19 también ha tenido una derivada política. Ayer la jefa del Ejecutivo neozelandés, Jacinta Arden, decidió aplazar hasta el lunes la disolución del Parlamento, paso previo para convocar las elecciones generales del 19 de septiembre. De momento, se mantiene la fecha de los comicios.

«Es demasiado pronto para tomar una decisión, pero si fuera necesario tenemos un poco de flexibilidad para retrasar las elecciones», apuntó Arden.

Aupada por el éxito de su gestión de la pandemia, la mandataria laborista, que gobierna desde el 2017 en coalición con el Partido Verde y New Zealand First, parte como favorita e incluso tiene posibilidades de obtener un segundo mandato sin necesidad de alianzas. Su rival del Partido Nacional, Judith Collins, pidió que los comicios se aplacen hasta noviembre o incluso al año próximo. El 9 de junio, el Gobierno neozelandés cantó victoria frente al virus después de no registrar ningún caso de transmisión local desde el 1 de mayo. H