Las autoridades cubanas han dado un nuevo paso a fin de dejar atrás las utopías que tan caro han costado y cuestan a la isla para finalmente aceptar que la igualdad salarial impuesta por casi medio siglo de revolución constituye un freno al desarrollo, por no decir un estímulo al empobrecimiento. Ello aparece implícito en una resolución recién emitida por el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social sobre las "formas y sistemas de pago". Un avance que el grueso de cubanos saluda con una mezcla de satisfacción y alivio.

En palabras del viceministro de la cartera de Trabajo, Carlos Mateu Pereira, los agricultores ganarán tanto como sean capaces de producir. El diario Granma, órgano del Partido Comunista, califica estos recientes cambios de "novedades".

"Eso que aparece en el periódico quiere decir, creo, que quien trabaje más y mejor va a ganar más; se podrá dar gustos, como el lujo de tomarse un cerveza cuando le venga en gana", dice Germán, que cultiva una pequeña parcela en los remates de la Lisa, uno de los municipios capitalinos. Tiene 60 años y vende, sobre la acera frente a su huerto, tomates, lechugas y acelgas. "No tengo permiso", explica.

En Cuba estaba oficialmente mal visto aquel que vivía en mejores condiciones que otros. Hay un chiste que lo ejemplifica: Dios va por el mundo preguntando a los pobres cómo quieren vivir y la respuesta siempre es idéntica: igual que los ricos. Eso, excepto aquí, donde le responden al Señor que no quieren vivir como un rico y sí que el rico viva tan pobre como ellos.

Jorge, que estudió Economía en la Universidad de La Habana, resume así la situación hasta ahora en la isla: "Lo que ocurre es que existe una desgana casi general para trabajar porque, hagan más o hagan menos, van a ganar lo mismo; trabajen o no, van a recibir lo mismo, las mismas cosas gratis, los mismos alimentos de la libreta cartilla de racionamiento".