"Este es un pueblo maldito y sus habitantes deberían sentir vergüenza, cerrar la puerta y marcharse para siempre", dice Peter Ellinghaus, de 72 años, un jubilado de Wünsdorf. Para entender el enfado de Peter, hay que conocer Wünsdorf. A primera vista, esta localidad es un paraíso de la naturaleza, situado a poco más de 30 kilómetros al sur de Berlín, que cuenta con excelentes vías de comunicación por carretera y conexión férrea con la capital alemana.

Pero, como ningún otro rincón del mundo, este lugar está relacionado con la guerra y la muerte. Desde aquí se dirigió la invasión de Polonia, en 1939, que marcó el inicio de la segunda guerra mundial, y todas las demás operaciones.

Las órdenes eran precisas: actuar sin piedad, arrasar con todo, como sucedió en realidad con la gran cruzada nazi, la operación Barbarroja, el mayor ataque militar de la historia, con tres millones de soldados nazis empeñados en aniquilar a la Unión Soviética comunista.

Las órdenes se cumplían con asombrosa precisión. Llegaban a los distintos frentes desde Wünsdorf, mejor dicho, desde un búnker construido en tiempo récord, a 60 metros bajo tierra, y donde Adolf Hitler estableció el cuartel general del alto mando de la Wehrmacht y los servicios de espionaje.

El área utilizada se mantenía en total secreto e, incluso, hoy, cuando se recuerdan los crímenes nazis, pasa inadvertida. "Quizá se deba a que los turistas prefieren ver lugares donde se tomaban decisiones políticas, pero no saben que Hitler tenía contacto directo con el búnker", declara a este diario el doctor Peter Jahn, del museo histórico de Berlín.

Gente importante

La existencia de un túnel que unía el complejo militar con la cancillería de Hitler no se ha podido demostrar hasta ahora, pero "no cabe duda de que existió". "No se pretenderá hacernos creer que el Führer estaba dispuesto a recibir información de segunda mano sobre la guerra", subraya Jahn.

El día a día en el complejo marcó la vida de Erich Münchow, exempleado civil en el servicio de espionaje, cuyo cuartel estaba en el complejo militar. Con 82 años, Münchow continúa viviendo en Wünsdorf.

"Nos sentíamos muy importantes. El ambiente de trabajo era fantástico, nos llegaban informaciones de éxitos desde todas partes; la victoria final y definitiva sería nuestra. Pero cuando nos frenaron en Stalingrado, lloramos", recuerda.

Y admite que en ese mismo momento comenzó la cuenta atrás. "Todos sabíamos que, a partir de allí, la guerra estaba perdida", relata. Münchow reconoce que sólo ahora comprende la dimensión del conflicto: "Una locura que no se puede volver a repetir jamás".

Münchow no vivió el fin de la guerra en los tres búnkeres de Wünsdorf, el Maybach I y Maybach II, así como el Zepellin, que eran el corazón del complejo militar más impresionante construido para espiar y asesinar al más bajo coste.

La impunidad

"Ninguno de los que allí trabajaron fue castigado por tribunal alguno; no se sentaron en el banquillo en Nüremberg. Vivieron o viven sin sobresaltos, y la mayoría de ellos se sienten orgullosos de su pasado", afirma María Walsser, de 66 años, exfuncionaria de la antigua Alemania comunista (RDA).

Después de la capitulación, los soviéticos ocuparon la instalación y establecieron su cuartel general para Occidente. Aunque los vencedores se preocuparon de guardar los secretos, por propio interés, sí se supo que en el área militar de Wünsdorf vivían más de 30.000 personas, gran parte de ellas bajo tierra.

Antigua traductora

Con ello, continuó la tradición militar del lugar y, desde allí, se planificó y ejecutó la invasión de Checoslovaquia, en 1968. Pero "los rusos tenían cosas buenas y malas", dice Gudun Kendziora, que trabajó como traductora de los soviéticos y que ahora atiende a los turistas que llegan al complejo de Wünsdorf.

Al partir, los soviéticos dejaron una montaña de basura. Cuando hoy se ingresa al lugar, se prohíbe la entrada a gran parte del terreno, que está minado o contaminado. Este es el final momentáneo del lugar más decisivo, militarmente hablando, de todo el mundo durante el siglo pasado, desde el káiser hasta la guerra fría.