No sale nunca de sus aposentos en Nayaf ni se le ha oído hablar contra la Constitución que debe regir la transición iraquí, pero el gran ayatolá Alí Sistani y su escuela de clérigos en la ciudad santa shií se han convertido en los elementos claves de la política de Irak. Tras el bochornoso plantón del viernes de cinco miembros shiís del Consejo de Gobierno Iraquí (CGI) en el acto de firma de la Constitución provisional, una delegación del CGI se trasladó ayer a Nayaf para negociar con Sistani los nuevos términos del texto. En un comunicado, el CGI expresó su confianza en que la Constitución podrá rubricarse el lunes.

"No entiendo por qué los clérigos se meten en política y no se dedican sólo a cuestiones espirituales", se lamentaba ayer un iraquí de a pie en una tertulia en Bagdad. Un iraquí de a pie que no es shií y que no es religioso, lo que le diferencia de la amplia mayoría de shiís que siguen como un solo hombre cualquier instrucción que tenga a bien decidir Sistani. Y el ayatolá está metido hasta las cejas en política, abanderado de los intereses shiís --la mayoría de la población-- y convertido gracias a este poder religioso-democrático en la clave de la política iraquí.

MOVER LOS HILOS Fue Sistani el que movió los hilos para que no se firmara la Constitución el viernes, propinando un duro golpe a la Administración estadounidense de Irak, que vio cómo el montaje mediático organizado para simbolizar el camino hacia la democracia se desmoronó como un castillo de naipes. A causa de sus objeciones, los cinco shiís del CGI que el martes dieron un a la Constitución se desdijeron el viernes.

Uno de ellos, Mohamed Bahr al Ulum --un shií presidente de turno del CGI-- forma parte del grupo que se encuentra en Nayaf negociando con Sistani. "Estoy seguro de que todos los problemas pueden resolverse y confío en que el lunes podrá firmarse la Constitución, aunque no puedo garantizarlo. Sólo Dios puede dar garantías de que algo va a suceder", dijo.

OBJECIONES A la espera de que Dios dé garantías de algún tipo, por ahora con la palabra de Sistani bastaría. Las objeciones del ayatolá a la Constitución son bastante terrenales, y se resumen en que la mayoría shií debe tener mayor peso político. La cláusula que permitiría a los kurdos algo parecido a un derecho de veto a la nueva Constitución que debe someterse a referendo en el 2005 ha motivado el rechazo de Sistani.

Sistani considera que el texto entrega a una minoría el derecho a imponer su voluntad. El otro punto de vista es que la cláusula que permite rechazar la Constitución si dos tercios de tres provincias votan en contra es una forma de defender a las minorías. Así lo ven los kurdos, que controlan tres provincias.