La cúpula del nazismo liderado por Adolf Hitler decidió el futuro de los judíos europeos el 20 de enero de 1942. La reunión sobre la llamada solución final del problema judío, una sutil forma de referirse a la deportación y el exterminio, tuvo lugar en el distrito berlinés de Wannsee.

Hoy, casi 70 años después, este lugar vuelve a convertirse en un estandarte de la extrema derecha del país a causa de los polémicos carteles que el Partido Nacionaldemócrata de Alemania (NPD) ha distribuido estratégicamente en Berlín con motivo de su campaña para las elecciones del 18 de septiembre. Este enclave, el Museo Judío y el búnker donde Hitler se quitó la vida junto a su esposa, Eva Braun, y su perra, Blondie, son los tres simbólicos lugares donde el NPD ha colgado su propaganda, en la que aparece el líder del partido, Udo Voigt, subido en una moto y gritando el eslogan: "Gas geben!" (¡Dale gas!), una sospechosa alusión histórica al modo como murieron parte de los seis millones de judíos durante la segunda guerra mundial.

Este guiño al genocidio y la xenofobia como arma electoral recurrente del NPD provoca el rechazo de la gran mayoría de la población alemana, muy templada y consciente del dramatismo de su historia reciente. Desde que estos carteles han aparecido, la policía y las oficinas electorales han recibido numerosas quejas de ciudadanos indignados que, incluso en algún caso, han optado por subir ellos mismos a lo alto de las farolas para descolgarlos.

Gente subiendo para colgar, descolgar y volver a colocar el mismo cartel entre aplausos o abucheos es la tónica de Berlín desde hace una semana. Pero Udo Voigt tiene una explicación. "Soy un motorista apasionado que quiero entrar a todo gas en la cámara de representantes". La ambivalencia es tal en esta controvertida fusión de gases que, para este exmilitar e hijo de un soldado nazi miembro de las SA (grupo violento que acabó integrándose en la policía nazi, las SS, al ser desarticulado en 1934), los reproches son "infundados" y asegura que tras mostrar el cartel a 43 personas "solo una encontró una conexión negativa".

Pero lo que para el NPD es una inocente coincidencia, resulta intolerable para toda la clase política, e incluso la Fundación de Recuerdo, Responsabilidad y Futuro del Gobierno federal que se encarga de compensar a las víctimas de los trabajos forzados durante el nazismo ha presentado una denuncia por incitación al odio. Voigt, que ya fue condenado por referirse a Hitler como "un gran estadista", insiste en que "después de 66 años se debería dejar de pensar en el pasado".

El partido de extrema derecha, fundado en 1964, cuenta con unos 8.000 miembros, una cifra no muy elevada pero con mayoría de seguidores en las zonas del este, las más pobres del país. Considerado un hervidero neonazi, en el 2003 el Gobierno de la república fracasó en el intentó de ilegalizarlo.

El debate vuelve a estar abierto. Las críticas aumentan y el NPD las sigue atribuyendo a interpretaciones maliciosas. Pero pese a no decir nada explícitamente y jugar con la delgada línea de las apreciaciones, la cadena de televisión y radio RBB se negó a reproducir uno de sus anuncios electorales por su contenido xenófobo.

Y a nadie escapa la evidencia de otro de sus carteles, donde aparece un grupo de inmigrantes sobre una alfombra voladora junto a un eslogan esta vez nada sutil: "¡Buen viaje!".