Desde hace varios días, una frase se ha convertido en el estribillo de una cantinela entre los habitantes de numerosos barrios de los suburbios parisinos: "El primer día no pudimos hacer nada, pero pasado el susto, y puesto que las acciones son imprevisibles, sólo nos queda hacer guardias". Los habitantes del barrio de los Tilleuls en Blanc-Mesnil (al norte de París) fueron de los primeros en pasar la noche en vela para proteger de los pirómanos los edificios municipales, como el gimnasio o el centro cívico.

Como no hacen caso y no quieren enterarse de que lo que queman "son sus propios bienes y los de sus padres", los van a "proteger" con su "presencia", explica un vecino a una periodista de televisión extasiada ante la valentía que demuestran estas personas. "De valientes, nada --responde uno de ellos--, pero como somos muchos, logramos que entren en razón".

Ante La maison de tous La casa de todos han instalado una especie de tenderete donde, poco a poco, se establece el diálogo. La panadera les lleva pasteles y bebidas para que puedan aguantar. Y los que tienen miedo también se acercan para tranquilizarse. "No hay que quedarse solo en casa, hay que salir y mostrarse solidario", añade una joven.

El guardia de seguridad del que partió esta iniciativa, Willy, se indigna al hablar de la actitud que adoptan los jóvenes. "Hay otras maneras de mostrar la solidaridad con los dos chicos que murieron en Clichy", dice. Pero también es consciente de que la vida en esas zonas "no es nada fácil".

En Sémard, otro barrio de Blanc-Mesnil, son las mujeres las que se han encargado de organizar rondas nocturnas para ir a casa de los padres de algunos chicos, conocidos como especialmente rebeldes, para advertirles del peligro de que jueguen con cócteles molotov, ya que en esta zona las construcciones son de madera. En cuanto escuchan ruidos en el exterior, salen y desde entonces "hay menos chicos en la calle", explica una vecina.

Brazaletes blancos

Hervé Bramy, presidente del consejo general del departamento (comunista), pasa personalmente revista a estas "veladas cívicas y ciudadanas". Eficaces en ciertos casos o puramente simbólicas en otros, porque aparte de discutir o utilizar los extintores, poco pueden hacer ante los incendiarios. Lo que más temen, sin confesarlo, es que en cualquier momento algún automovilista exasperado coja una escopeta y la emprenda a tiros con las bandas.

Otras ciudades como Sevran, Asnieres y La Courneuve han instaurado también sus "comités de ayuda" a la policía y distribuyen brazaletes blancos entre los voluntarios que se ofrecen para hablar con los jóvenes e intentar establecer un diálogo con ellos.