El presidente del Gobierno italiano, Silvio Berlusconi, guarda silencio sobre la crisis de su alianza gubernamental, pero quienes le rodean afirman que tras la debacle de las elecciones regionales, donde el centroizquierda se impuso en 11 de las 13 regiones en disputa, y los resultados, también negativos, de los comicios administrativos, tiene muchas cosas que recriminar a sus aliados de la Casa de la Libertad (CDL). Al líder de Forza Italia no le ha hecho mucha gracia que mientras la izquierda se presentó a los comicios como un bloque, los principales partidos de la CDL le impidieron aliarse con formaciones como Alternativa Social, de Alessandra Mussolini, los Radicales o la nueva Democracia Cristiana.

Así, mientras la nueva coalición progresista denominada La Unión, celebra la victoria en torno al expresidente de la Comisión Europea, Romano Prodi, ya consagrado como su líder sin necesidad de elecciones primarias, en el centroderecha se afirma que, aunque la debacle electoral no significa el final de la alianza, sí se comienza a pedir una urgente "reflexión". Algunos miembros empiezan a echarse la culpa los unos a los otros de los malos resultados electorales.

"Se abre un periodo de reflexión, pero no podemos detenernos. Ahora hay que construir una fuerza alternativa a la izquierda y hacer un cambio profundo", dijo el vicepresidente y líder de la Unión de Demó- cratas Cristianos, Marco Follini.

DIVERGENCIAS Para el ministro de Reformas y miembro de la Liga Norte, Roberto Calderoli, el problema es la lentitud con la que se aplican las reformas constitucionales que introducirán el federalismo. Sobre que las reformas frustradas hayan sido la clave de la derrota, el coordinador de Alianza Nacional, Ignazio La Russa no lo tiene claro. "No sé si la reforma constitucional ha influido, lo que sé es que no han gustado algunos comportamientos de la Liga Norte", dijo.