La primera Cumbre Energética Suramericana se inició ayer en la Isla Margarita (Venezuela) con coincidencias sobre la necesidad de crear un espacio autónomo para la región, pero sin disimular el áspero debate que gira alrededor de la producción de biocombustibles, un tema sobre el cual Fidel Castro, viene atizando en términos apocalípticos desde que EEUU comenzó a promover el uso del llamado oro verde junto con Brasil.

El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, ha buscado el equilibrio casi imposible de alinearse con Castro sin quebrar la alianza que mantiene con Luiz Inácio Lula da Silva.

Pocos días antes de la cumbre, el convaleciente Castro escribió en Granma un artículo en el que sostenía que la utilización de alimentos para la elaboración del biocombustible "a escala mundial" significará "la internacionalización del genocidio".