Las últimas bazas de la derecha europarlamentaria para torpedear en lo posible las negociaciones de acceso a Turquía no son, en principio, alarmantes. El fetiche del genocidio armenio, descubierto no hace muchos meses, es una exótica condición que no se aplicó a ninguno de los candidatos anteriores a la Unión Europea. ¿Dónde están las disculpas de los bálticos por haber colaborado en el genocidio judío, no hace tanto tiempo? ¿Y las de los húngaros? Sobre los austriacos, mejor no hablar.

En paridad, si el Gobierno republicano turco hubiera de disculparse por las faltas de los otomanos, también debieran hacerlo los kurdos. Y no digamos la Sociedad de Naciones, que bendijo una de las mayores operaciones de toda la historia de limpieza étnica: el intercambio de poblaciones entre griegos y turcos en 1923, por el tratado de Lausana. En realidad, lo más inquietante es que algunos socialistas europeos y locales asistan a los argumentos de la derecha europea.

*Profesor de Historia.