Hay decenas de incendios activos. Se mueven a una velocidad sin precedentes. Cientos de viviendas han sido destruidas. Cientos de miles de personas han recibido órdenes de evacuación. Hay al menos 10 muertos. Y los bomberos están completamente desbordados. La costa oeste de Edtados Unidos está ardiendo a una velocidad pavorosa. Desde California a Oregón pasando por el estado de Washington, los tres estados bañados por el Pacífico. La incidencia del fuego es tan extensa que buena parte de la región ha dejado de ver el sol, cubierto por una neblina insalubre de humo y cenizas, que ha dejado en ciudades como San Francisco cielos naranjados con tintes apocalípticos.

Solo en California se han quemado en lo que va de año más de 10.000 kilómetros cuadros, una superficie equivalente a la provincia de Asturias o Huelva, sin precedentes en la historia del estado. Cerca de la mitad de la población del estado está sufriendo el impacto del humo de los incendios, que supera los estándares admisibles en la calidad del aire, ha afirmado Melanie Turner, portavoz de una agencia medioambiental californiana. Solo allí hay centenares de incendios incontrolados. En el condado de Butte, al norte de Sacramento, el fuego ha destruido docenas de casas y ha matado a tres personas. Más de 200.000 personas han recibido órdenes de evacuación. El estado ha cerrado también sus 18 bosques nacionales por temor a que los visitantes puedan quedar atrapados en el interior de los parques.

Los expertos sostienen que el cambio climático está contribuyendo decisivamente a expander las dimensiones de los incendios y la velocidad a la que se propagan. El pasado fin de semana se llegaron a alcanzar los 47 grados en varias localidades californianas, que unidas a la baja humedad que está dejando la ola de calor en curso o las tormentas eléctricas secas, han creado las condiciones perfectas para el desastre. También en Washington y Oregón, menos acostumbrados a los incendios, por su clima lluvioso. Esperamos que se produzcan pérdidas enormes, tanto en estructuras como en vidas humanas, ha dicho la gobernadora de Oregón, Kate Brown. Posiblemente las peores de nuestra historia provocadas por los incendios. Brown ha pedido a la población que deje de llamar al 911 para alertar sobre el humo, porque el volumen de llamadas ha colapsado el servicio.

Más al norte, en Washington, las llamas han calcinado pueblos enteros, como Malden, Graham y Bonney Lake. La baja humedad, las altas temperaturas y los vientos se han combinado para crear unas de las condiciones más adversas para los bomberos, ha dicho su gobernador, Jay Inslee. El demócrata ha pedido ha todos aquellos que no creen en el cambio climático que viajen a su estado para comprobar sus efectos con sus propios ojos.