La decepción era patente en los rostros de muchos seguidores de Elisabeth Warren el martes por la noche. Los primeros resultados la situaban ya en cuarta posición con menos del 10% de los votos, una debacle para una de las candidatas que más entusiasmo despertó al entrar en la pugna por la nominación demócrata. «La verdad es que esperaba bastante más, pero es pronto para descontarla», decía una de sus seguidoras. Eso mismo había dicho equipo de campaña solo unas horas antes, anticipando el mal resultado. En un memorando sostuvo que Warren tiene todavía un camino para conquistar la nominación, una senda más centrada en ir acumulando delegados que en ganar estados. «Warren está llamada a acabar entre los dos primeros en más de la mitad de los (14) estados del Supermartes», decía el documento.

En el recuento de delegados de los dos primeros estados va tercera, por detrás de Bernie Sanders y Pete Buttigieg, pero es difícil atisbar su despegue. En New Hampshire, se hizo solo con el 13% de los votos progresistas y el 3% de los moderados. Su débil actuación en el último debate no ayudó y tampoco que reculara en su plan inicial para reemplazar la sanidad privada por una pública. Al fin y al cabo, los votantes de izquierda debían de ser la columna vertebral de su campaña, pero Sanders los está acaparando. Warren tiene el programa más detallado de todos. Si pincha en el supermartes (3 de marzo) lo tendrá muy difícil. Sanders se quedaría sin rival en la izquierda del partido.