Tres meses después del golpe de Estado que sacó de Honduras al presidente Manuel Zelaya y una semana más tarde de su regreso clandestino, el Gobierno golpista que preside Roberto Micheletti alzó ayer sin recato su bota militar para rechazar a patadas a la diplomacia extranjera y aplastar sin piedad a la oposición interior con un estado de excepción. El Gobierno de facto suspendió las garantías constitucionales durante 45 días y, al alba, la policía y el Ejército rodearon, cerraron y desmantelaron los dos medios de comunicación afines al presidente derrocado. Desde la embajada de Brasil, Zelaya clamó: "La comunidad internacional debe reaccionar de forma inmediata". Se restringe las libertades de circulación y expresión, y reunirse.