Vuestra excelencia es testigo de las crecientes resistencias que encontraba". Marina Silva, el emblema de la defensa del Amazonas, le informó lacónicamente y a través de una carta al presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, que su renuncia como ministra de Medio Ambiente era "indeclinable". Y mientras Lula perdía a su más antigua colaboradora, el mundo de los agronegocios festejaba alborozado: había dimitido la principal enemiga del etanol en el Gobierno del Partido de los Trabajadores (PT).

Nacida en el estado de Acre (nordeste), esta exrecolectora de caucho y pedagoga había adquirido renombre internacional junto al líder ambientalista Chico Mendes, asesinado en 1988.

PREMIO DE LA ONU Silva asumió su cargo en enero del 2003. En el 2007 recibió el mayor premio de la ONU en el área ambiental, Campeones de la Tierra, junto con el exvicepresidente de EEUU Al Gore. Pero esto no le ayudaba. "Brasil no quiere ser la OPEP de los biocombustibles. Queremos dar nuestra contribución en esa área, pero sin comprometer la seguridad alimenticia ni la cuestión ambiental", dijo sobre la expansión del etanol que tanto entusiasma a Lula.

Silva se oponía al uso de la mayor reserva para usufructos de la ganadería extensiva, el cultivo de soja transgénica y la expansión de la caña de azúcar que se usa para el oro verde . Eso la enfrentó al ministro de Agricultura, Reinhold Stephanes.

Cuando, meses atrás, rechazó la construcción de dos represas hidroeléctricas en el río Madeira, en el estado amazónico de Roraima, no solo inició una lucha con la jefa de ministros, Dilma Rousseff, sino su retirada.

Para Ana Cristina Barros, de la oenegé The Nature Conservancy no Brasil, la renuncia de Silva será vista fuera como una señal de que Brasil será más flexible con sus reglas ambientales en el momento en que se lo critica por los biocombustibles.