Ni una firma, ni una manifestación, ni una protesta, ni una declaración parecen haber sido en vano. Tras una sonora movilización internacional en la que Gobiernos y oenegés han ido de la mano, el Comité Internacional contra la Lapidación aseguró ayer que Irán ha liberado a Sakineh Ashtiani, la mujer iraní de 43 años condenada a morir lapidada por una acusación de adulterio y en prisión por la presunta implicación en el asesinato de su marido. Por sorpresa, sin explicaciones y sin confirmación, marca inconfundible del Gobierno iraní.

Si a principios de noviembre el Comité Internacional contra la Lapidación, con sede en Berlín y principal valedor de la causa de Sakineh, expresaba su temor ante la posibilidad de una ejecución inminente, la misma organización confirmaba ayer la liberación. La de ella, la de su hijo Sajad Ghaderzadeh --principal instigador de la campaña de movilización internacional-- y la de su último abogado Hutan Kian. Los dos últimos fueron detenidos el pasado 10 de octubre junto con dos periodistas alemanes que los entrevistaban.

En medio de la euforia, la portavoz del Comité contra la Lapidación, Mina Ahadi, dejó abierta una rendija a la prudencia, a la espera de la plena confirmación.

"EL DIA DE LA VICTORIA" Pero, a renglón seguido, dejaba ir su entusiasmo: "Estoy segura de que este día será registrado en los libros de historia iraní como el día de la victoria de los activistas defensores de los derechos humanos". Las fotografías de una Sakineh sonriente realizadas hace tres días en su casa de Osku, en el noroeste de Irán, parecen no dejar lugar a dudas de que la liberación se ha llevado a cabo. La televisión oficial iraní tiene prevista la emisión, hoy, de un reportaje sobre la iraní. Ningún medio de comunicación iraní informaba ayer de la liberación.

La odisea de esta mujer de la minoría azerí y madre de dos hijos empezó en el 2006 poco después de que su marido muriera asesinado. Entonces ella fue condenada a recibir 99 latigazos por adulterio. Su hijo Sajad, que tenía 17 años, presenció el fustigamiento. La pena se revisó y se tornó en pena de muerte por lapidación por mantener relaciones extramatrimoniales. Además, le imputaron el asesinato de su marido por el que también debía morir, aunque finalmente la horca fue conmutada por 10 años de prisión tras la vista de apelación en el 2007. Y la condena por lapidación causó tal revuelo que el régimen iraní anunció que moriría ahorcada.

Primero en internet, luego en la calle y en los medios de comunicación. Las redes sociales han jugado un papel fundamental en una campaña para salvar a Sakineh que, pese a su relativa corta duración, ha tenido un gran impacto. La organización Amnistía Internacional ha canalizado una campaña de recogida de firmas a nivel mundial con una respuesta masiva.