Desde que en julio se conocieron los problemas de salud de Fidel Castro, en EEUU han ganado volumen las voces que abogan por relajar o levantar el embargo con que se castiga a Cuba. Y aunque la Administración de George Bush mantiene la línea dura y niega cualquier diálogo con Raúl Castro, empiezan a darse otros pasos que pueden producir un cambio histórico en las relaciones bilaterales. Uno de los más importantes empezó ayer, cuando una delegación de 10 congresistas opuestos a las sanciones iniciaron una visita de tres días a la isla, la misión más importante desde 1959.

En la agenda de los seis demócratas y cuatro republicanos que se apuntaron al viaje organizado por el Comité de Relaciones Internacionales de la Casa de Representantes y que forman la mayor delegación del Congreso que ha viajado nunca a Cuba hay reuniones con el presidente de la Asamblea Nacional, Ricardo Alarcón, y con el ministro de Exteriores, Felipe Pérez Roque.

No está claro aún si llegarán a reunirse con Raúl Castro, pero la posibilidad existe y el viaje es definido ya por expertos como "el primer capítulo en una nueva era en las relaciones bilaterales".

Los congresistas que están en La Habana se oponen a restricciones como la que limita a los cubano-americanos a viajar a la isla una vez cada tres años y las que establecen topes a la cantidad de dinero que pueden enviar al país. Su apuesta, que puede encontrar apoyos en el nuevo Congreso de mayoría demócrata, es aprovechar la cesión de poder para restablecer las relaciones con la isla, rotas desde 1960.

Por su parte, el director nacional del espionaje estadounidense, John Negroponte, ha asegurado a The Washington Post que Fidel Castro está cerca de la muerte. "Todo lo que vemos indica que no queda mucho... meses, no años", dijo. Castro cedió temporalmente el poder por primera vez en 47 años el 31 de julio debido a una operación por una hemorragia intestinal.