Su trabajo consistía en llevar a los judíos que llegaban al campo de exterminio nazi de Sobibor, en Polonia, directamente de los trenes a las cámaras de gas. Y así lo hizo con, al menos, 29.000 personas entre marzo y septiembre de 1943, convirtiéndose en cómplice de cada una de esas muertes. Esa es la base de la acusación de la fiscalía de Mú- nich contra John Demjanjuk, uno de los criminales nazis más buscados. Tras años de investigación y meses de batallas legales, ayer llegó a Alemania para ser juzgado tras ser deportado desde EEUU. Antes de iniciarse el proceso, la fiscalía deberá determinar si el anciano, de 89 años, se encuentra en condiciones físicas y psicológicas para ser juzgado.

La fiscalía de Múnich no ha querido dejar ningún cabo suelto en el que la prensa alemana ya ha bautizado como el último gran juicio contra un criminal de guerra nazi. Las pruebas han sido avaladas por expertos estadounidenses y alemanes y han conseguido traer desde California a uno de los pocos supervivientes de Sobibor para declarar en contra de Demjanjuk.

NO ERA ´IVAN EL TERRIBLE´ Ucraniano de nacimiento, Iwan --su nombre de pila-- Demjanjuk ya fue condenado a muerte en Israel a finales de los 80. Entonces se creyó que era el célebre Iván el terrible , uno de los guardias más sanguinarios del campo de concentración de Treblinka. Pero en 1993 el Tribunal Supremo israelí tuvo que reconocer el error y anular la condena.

Ahora, la prueba central de la acusación es una tarjeta de identidad en la que se especifica su función como guardián en el campo de Sobibor. Tras varias pruebas, un portavoz de la fiscalía de Baviera aseguró que "no queda ni la más mínima duda de su autenticidad".

Según la prensa alemana, los documentos que maneja la acusación demuestran, además, que Demjanjuk perteneció al conocido como grupo de Travniki , formado por ayudantes extranjeros de los nazis procedentes en su mayoría de Ucrania y los países del Báltico. El nombre del grupo se tomó del campo de concentración en el que fueron entrenados para evacuar guetos, disparar a enemigos y trabajar de guardianes en campos de concentración y exterminio.

A pesar de la preparación de la acusación, el abogado de Demjanjuk --que sigue basando su defensa en la versión de que el acusado luchó con las tropas soviéticas y fue prisionero de los nazis hasta 1944-- ve muy difícil que su cliente sea condenado: "Aunque se lleve a cabo el proceso y se acepten las pruebas que indican que fue guardián en Sobibor, allí trabajaban hasta 120 guardias y es casi imposible determinar quién hacia qué".

INCERTIDUMBRE La posibilidad de que Demjanjuk quede libre después de todo ya ha despertado agitación en Alemania. La condena a la que se enfrenta es de un máximo de 15 años de cárcel y un mínimo de tres. Ade- más, dada su edad, podría cumplir prisión domiciliaria. Y todo eso si llega a ser juzgado tras comprobarse su estado de salud.

Su propio abogado en Mú- nich, Günther Maull, declaraba ayer al diario Bild: "Si no puede ser juzgado, habremos ganado un ciudadano de la tercera edad del que tendremos que cuidar. EEUU no permitirá su regreso. Nadie lo quiere". Es cierto que EEUU ya ha advertido de que no permitirá su regreso, y la sola idea de que sean los contribuyentes alemanes los que acaben pagando sus cuidados causa indignación. Sobre todo porque ya pasó con Gerhard Bohne, responsable del plan nazi para eliminar a disminuidos físicos y psíquicos, quien tras ser deportado desde Argentina no fue juzgado por razones de salud y vivió durante más de 15 años de una pensión del Gobierno alemán.