La presión de la Casa Blanca ha vencido. En lo que defensores de los derechos civiles denuncian como una rendición, 16 demócratas se sumaron el viernes a la minoría republicana en el Senado y aprobaron ampliar durante los seis próximos meses los poderes de la Administración para espiar a sus propios ciudadanos sin permiso judicial. El presidente de EEUU, George Bush, impuso a la Cámara de Representantes seguir trabajando ayer en una inusual sesión de fin de semana y amenazó con postergar el inicio del receso veraniego hasta que la ley sume el apoyo de la Cámara.

Durante la última semana, el plan de espionaje que Bush aprobó en el 2001 ha sido el tema candente en Washington. Primero se supo, por una carta al Senado del director nacional de espionaje, Mike McConnell, que ese plan es más amplio de lo que se había hecho público hasta ahora y va incluso más allá del espionaje sin permiso a los propios estadounidenses. Esta semana se supo que un tribunal especializado en la Ley de Control del Espionaje Extranjero (FISA por sus siglas en inglés) había dictaminado que ese control a los ciudadanos era ilegal.

Ante la presión de Bush, el viernes, 16 demócratas se sumaron a los 43 senadores republicanos y al independiente Joseph Lieberman y aprobaron la propuesta republicana, calcada a la de la Casa Blanca. Según lo aprobado, y en los seis próximos meses, las agencias de espionaje podrán interceptar, sin orden judicial, llamadas y correos de cualquiera que se comunique con sospechosos fuera del país.