Con la promesa de dar "una nueva dirección" a la política de EEUU "para todos, y no solo para unos pocos privilegiados", y pidiendo al presidente "un nuevo plan para Irak que permita el reposicionamiento responsable de las tropas estadounidenses", el Partido Demócrata se hizo ayer oficialmente con la mayoría en las dos cámaras del Congreso, una situación de poder que no tenía desde hacía 12 años.

En una jornada plagada de juramentos y elecciones de resultado anunciado, una mujer, Nancy Pelosi, se convirtió en la primera presidenta de la Cámara de Representantes, un cargo solo por detrás del de vicepresidente en la línea sucesoria presidencial. Otro demócrata, Harry Reid, nuevo líder de la mayoría en el Senado, mostró --al menos formalmente-- su disposición a trabajar al margen de las divisiones partidistas haciendo una inédita reunión con los 100 senadores de ambos partidos y ofreciendo una rueda de prensa con el líder de la minoría republicana en el Senado, Mitch McConnell.

PREOCUPA LA GUERRA Aunque el compromiso de luchar contra la corrupción y la falta de ética en Capitol Hill quedó establecido como el primer objetivo de la agenda demócrata y llenará las sesiones de los próximos días, Irak es uno de los temas clave de esta 110 legislatura. Y la nueva presidenta, en su primer discurso ante la Cámara, lo dejó claro. Recordó al presidente que el 7 de noviembre los estadounidenses rechazaron en las urnas "una guerra sin final". Y aunque sus palabras pidiendo un plan presidencial que permita el "redespliegue responsable" fueron recibidas con frialdad desde los escaños republicanos, Pelosi logró poner a todos los representantes en pie cuando, tras pedir que se orara por los soldados estadounidenses, aseguró que es una obligación "trabajar juntos para construir un futuro que haga que su sacrificio merezca la pena". Su apuesta por el trabajo conjunto lo definió con otra frase: "Somos partidos diferentes, pero servimos a un mismo país".

Irak, sin embargo, no aparece en la agenda inicial que los demócratas han planteado para sus 100 primeras horas de trabajo como mayoría en las cámaras, el tiempo que Pelosi se marcó "para hacer de este el más abierto y honesto Congreso en la historia". Para limpiar la imagen de Washington, el paquete de medidas incluye varias para intentar cortar los lazos entre los congresistas y los lobis, una relación que dio pie a varios escándalos por los que los republicanos pagaron un alto precio en las urnas. Se propondrá, por ejemplo, limitar el uso que los congresistas hacen de aviones de corporaciones y regular los regalos y viajes que reciben de los lobis.

Los demócratas pretenden así luchar contra la lacra de la corrupción, pero ya hay quien advierte de que sus propuestas tienen lagunas que permitirán a los lobis seguir financiando a los congresistas a través de fundaciones, y realizar regalos enmarcados en actos de recaudación de fondos para las campañas.

POSIBLES DIVISIONES La agenda demócrata incluye otras propuestas que empezarán a poner a prueba la capacidad de ambos partidos para trabajar juntos y en línea con el presidente. Entre ellas figuran aumentar el salario mínimo, aplicar las recomendaciones de la comisión que estudió los atentados del 11-S, reducir el coste de las medicinas, recortar los intereses que pagan los estudiantes, poner fin a los subsidios que reciben las petroleras y reinvertir en energías renovables. Asimismo, los demócratas promoverán la investigación con células madre, algo a lo que Bush se opone: contra ella empleó su poder de veto por primera y única vez en sus seis años como presidente.