Un desafiante Sadam Husein compareció ayer ante el tribunal iraquí que le juzga por crímenes contra la humanidad. En tono enérgico, el dictador calificó de "ilegal" al tribunal, dijo ser aún el presidente de Irak y se negó a responder a gran parte de las preguntas. La primera vista del histórico juicio al antiguo mandatario se cerró ayer en Bagdad, y no se reanudará hasta finales de noviembre.

El magistrado jefe, el kurdo Rizgar Mohamed Amín, dijo ayer que una de las principales razones del aplazamiento es el miedo de algunos testigos a declarar en un juicio público.

"Señor Sadam, ¿se declara usted culpable o inocente?", preguntó el juez Mohamed Amín al dictador en las postrimerías de la vista oral. Sadam, que sostenía un ejemplar del Corán en la mano, dijo: "Soy inocente". La televisión iraquí envió las primeras imágenes de Sadam en la sala a las doce del mediodía, hora peninsular. Para evitar sobresaltos, lo hizo en diferido, con 20 minutos de retraso. Antes, había mostrado la llegada a la sala de los siete exaltos cargos de su régimen que, junto con el dictador, también son juzgados por la masacre en 1982 de 143 civiles shiís, entre ellos mujeres y niños, del pueblo de Dujail, al norte de Bagdad.

PALABRAS Y SONRISAS Sadam, vestido con camisa blanca y traje oscuro, apareció custodiado por dos agentes de seguridad que lo condujeron hasta el espacio enrejado donde permaneció durante toda la sesión. Junto al expresidente de Irak estaba el exvicepresidente iraquí Taha Yasín Ramadán, con el que intercambió unas breves palabras y alguna que otra sonrisa.

Desde el primer momento, Sadam descubrió sus cartas: no responder a las preguntas de un tribunal que considera "ilegal", nombrado por una fuerza "de ocupación" extranjera. Se negó incluso a pronunciar su nombre, un simple trámite judicial.

La vista se suspendió tras casi tres horas de comparecencia. El juez decidió aplazar la próxima audiencia hasta el 28 de noviembre. Una de las principales razones, según dijo el magistrado jefe a Reuters, fue que entre 30 y 40 testigos no acudieron al juicio, pese a estar programado. "Han tenido mucho miedo", aseguró. "Trabajaremos para que no pase lo mismo en las próximas audiencias".

El aplazamiento se ajusta a las expectativas de la defensa, que coordina la hija mayor de Sadam, Raga, pero que sobre el terreno gestiona el abogado iraquí Jalil al Dualimi.

POCO TIEMPO Ayer, Dualimi, un letrado con poca experiencia en este tipo de juicios, solicitó que se retrasara la reanudación del juicio ante la falta de tiempo que ha tenido para estudiar todos los documentos relativos al caso. El equipo de abogados que asiste a Sadam ha tenido tan sólo 45 días para estudiar en detalle las 800 páginas del documento de la acusación.

Mientras, en la calle, los iraquís permanecieron expectantes a las imágenes que retransmitía la televisión iraquí. Algunos clamaban para que el juicio se acabara lo antes posible y el dictador fuera condenado a muerte y ejecutado. Una opinión que está generalizada entre las comunidades shií y kurda, que sufrieron largos años de represión durante el régimen. En la localidad de Dujail, familiares de las víctimas de la matanza se manifestaron enarbolando las fotos de los asesinados durante aquel fatídico día de julio de 1982.

Por el contrario, para muchos sunís --la minoría que tuvo el poder durante los 24 años de dictadura--, el juicio es una farsa. En Tikrit, ciudad natal del dictador, grupos de seguidores de Sadam salieron a la calle para manifestar su apoyo al que consideran su presidente. La hija de Sadam, Raga, declaró ayer desde Jordania: "Estoy orgullosa porque soy la hija de un héroe, de un león. Nuestra familia está acostumbrada a ser valiente, no teme a los tiempos difíciles".