"Desconcertante", "prematuro", fueron algunas de las reacciones más oídas ayer tras el anuncio de la concesión del Nobel de la Paz a Barack Obama. Ciertamente, la decisión pilló al mundo por sorpresa. Aunque el presidente de EEUU figuraba entre los 205 candidatos que había este año --una cifra récord-- nadie le situaba entre los favoritos.

Sin embargo, la lectura del texto de la mención con la que el Comité Nobel de Noruega justifica la elección deja pocas dudas acerca de sus motivaciones. Premia a Obama por haber "creado un nuevo clima en la política internacional" en el que "la diplomacia multilateral ha vuelto a ganar una posición central". Hay, pues, una crítica implícita pero rotunda al unilateralismo de su predecesor, George Bush, y a las tesis de los neoconservadores estadounidenses.

El nuevo enfoque de Obama no ha dado frutos tangibles, pero cuenta con algunos hitos. En su discurso en Praga el pasado 5 de abril, el mandatario enunció su visión de un mundo sin armas nucleares --otra de las razones que cita el Comité Nobel-- y su política en favor del desarme nuclear recibió un espaldarazo el pasado 24 de septiembre con una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU.

Presumiblemente, EEUU y Rusia llegarán a un acuerdo antes de final del 2009 para reducir sus arsenales. Y la política de desarme nuclear buscará un nuevo impulso en la conferencia internacional sobre la no proliferación convocada por Obama para el próximo año. La posición conciliadora y dialogante del mandatario estadounidense hacia estados díscolos como Irán o Corea del Norte no ha servido para vencer el desafío. Aunque en el caso de Irán al menos ha logrado reabrir la negociación, el escepticismo sigue siendo la nota dominante.

Otro de los propósitos de Obama es intentar cerrar la brecha entre EEUU y el islam. Irak, Afganistán y Oriente Próximo tienen mucho que ver con esto. En Irak, el repliegue ha comenzado y, si nada se tuerce, la retirada definitiva de las tropas de EEUU se producirá a finales del 2011.

Afganistán es el principal quebradero de cabeza para el jefe de la Casa Blanca. El presidente está revisando la estrategia y el mando militar le pide 40.000 soldados adicionales. El esfuerzo militar no ha podido ni contener a los talibanes.

El caso palestino

Oriente Próximo merece capítulo aparte. Obama puso en marcha una diplomacia robusta y usó un lenguaje sin tapujos. Pero fracasó su propósito de que la cumbre tripartita con el primer ministro israelí, Binyamin Netanyahu, y el presidente palestino, Mahmud Abbás, el 22 de septiembre sirviera para firmar algún acuerdo.