Hasta que fue señalado como presunto asesino del consultor David Bernat, cuyo cadáver apareció descuartizado en un río de Bangkok a finales de enero,Artur Segarra había campado a sus anchas por Tailandia sin que el Gobierno español ni la embajada hicieran nada por detener a un prófugo de la justicia, estafador profesional, que llevaba años residiendo en Bangkok sin ocupación conocida. “Yo llevo robando toda mi vida. No sé hacer otra cosa. Pero robo a los ricos, y muchas veces es para dárselo a los pobres”, le confesó al escritor Joaquín Campos el 12 de septiembre del 2015, la noche en que se conocieron.

Un par de meses después, de copas por la capital tailandesa, Segarra, un personaje “extremadamente confiado y vanidoso”, le hizo otra sorprendente revelación: “Preparo un nuevo golpe: 300.000 dólares. Pero esta vez será algo diferente”. Campos nunca imaginó que ese “algo diferente” acabaría con una sádica carnicería. El 30 de enero, los primeros restos desmembrados de David Bernat, de 39 años, un consultor informático leridano que ganaba 1.500 euros al día, aparecieron flotando en bolsas de basura en las orillas del río Chao Praya. Bernat, amigo de Segarra, llevaba 10 días desaparecido, y sin duda había sido víctima de un brutal asesinato.

Los detalles del crimen horrorizaron a todo el país: Bernat había sido torturado durante seis días antes de ser descuartizado, presumiblemente para que revelara datos de sus cuentas bancarias. Durante ese tiempo se le privó de agua y comida, tal vez para facilitar el posterior desmembramiento del cadáver. Según la autopsia, murió por asfixia entre el 25 y el 27 de enero. La investigación policial descubrió que por aquellas fechas alguien había transferido de forma encriptada hasta un millón de dólares de sus cuentas en Singapur y Tailandia a otras de Segarra. El principal sospechoso logró huir, pero fue detenido el 7 de febrero por la policía camboyana en la ciudad costera de Sihanoukville, de donde fue extraditado dos días después.

INVESTIGACIÓN A FONDO

Desde entonces, Segarra ha permanecido en prisión provisional en la cárcel de Thantasathan Piset, en el norte de Bangkok, donde esta semana fue acusado formalmente de secuestro, asesinato, robo y destrucción de pruebas, entre otros cargos. Afronta una posible pena de muerte, aunque él se declara inocente. “Yo no he matado a nadie”, repitió el miércoles ante el juez lo que le dijo a Joaquín Campos, que pudo entrevistarle a solas en Sihanoukville antes de que lo devolvieran a Tailandia. Convencido de que había algo raro en el asunto, este escritor malagueño, residente en Phnom Penh, capital de Camboya, donde regenta un restaurante, decidió investigarlo a fondo. Viajó a Bangkok y buceó en los círculos de Segarra, un noctámbulo empedernido, hablando con decenas de amigos y conocidos, locales y expatriados. Su trabajo ha quedado plasmado en un libro, ‘La verdad sobre el caso Segarra’, que expone los claroscuros del crimen y concluye, entre otras cosas, que el presunto asesino no actuó solo.

“Es imposible que actuara solo”, asegura Campos a EL PERIÓDICO. “Segarra no tenía delitos previos de sangre en España y además, no tiene conocimientos informáticos para saber encriptar transferencias”, explica el escritor, para quien el acusado debió contar con más cómplices para el trabajo sucio. Nadie duda, a estas alturas, de su probable implicación en el crimen. Las pruebas parecen concluyentes: además de las capturas de vídeo de las retiradas de dinero robado en cajeros automáticos, la policía tailandesa halló rastros de sangre de Bernat en el piso que Segarra tenía alquilado en Bangkok. Pero muchos de los que lo conocieron, incluyendo Iuw, una de sus exnovias, no le consideran capaz de cometer tal atrocidad. Campos tampoco: “Yo creo que contrató a sicarios tailandeses o se asoció con gente equivocada”, afirma el escritor, especulando incluso con que le tendieran una trampa.

OTROS SOSPECHOSOS

Según Campos, la policía tailandesa sabe que existen otros sospechosos, pero “quiere cerrar rápido el caso para no perjudicar la reputación y la imagen turística del país”. Entre ellos, un tal David Donoso, implicado en el ‘caso Macedonia’, una oscura trama de corrupción policial y narcotráfico en Catalunya. Campos descubrió que prestaba dinero a Segarra cuando lo necesitaba, y como este, también era íntimo de Bernat. Algunos testigos les vieron juntos días antes de su desaparición. Cuando buscaban a Segarra, se presentó en comisaría para negar que fueran socios, y ahora está en paradero desconocido. “Ha mantenido un comportamiento totalmente anormal. No digo que esté implicado, pero tenía una doble vida, y estoy convencido de que sabía lo que ocurriría. O sabe algo o lo sabe todo”, asegura Campos.

El escritor malagueño, que la próxima semana volverá a Bangkok para presentar un libro por el que ha recibido amenazas por correo electrónico, pide que “por justicia” se siga investigando el caso. “Se cometió una atrocidad, y si hay más implicados, no deberían seguir en libertad”, exclama. El juicio por este crimen, del que Segarra continúa siendo por ahora el único acusado, se retomará el 11 de julio, cuando la fiscalía comenzará a presentar sus pruebas.