Las playas del desembarco, los cementerios, los pueblos, los museos y todos los escenarios de un acontecimiento que marcó la historia europea un 6 de junio del 1944 convierten Normandía en un destino de conmemoración y memoria que atrae cada año a cinco millones de turistas, un millón más cuando se trata de un gran aniversario como el que se celebra este año. Solo la American Battle Monuments Commision, organismo público que gestiona el memorial del cementerio de Colleville-sur-Mer donde están enterrados los soldados de EEUU caídos en Francia, calcula que en el 2019 acogerá, como hace cinco años, 1,8 millones de visitantes. Muchos de ellos llegan de EEUU, como Tonya Orsini y su hijo Trey, quien a sus 15 años lleva dos actuando en las reproducciones históricas de la 12º división blindada del Ejército estadounidense que participó en la segunda guerra mundial. Trey es un gran coleccionista de atuendos bélicos y ya tiene su propia tienda. En Caen busca una de cascos. «También me gustaría conocer a algunos veteranos», dice este chaval de Tejas.

Cuna de libertad

Mikel, vasco de 55 años, lleva 15 años viniendo a recorrer estas tierras que le atraen especialmente porque Normandía, dice, «es la cuna de la libertad europea» y porque vino a buscar la tumba de su abuelo, que tras la guerra civil tuvo que huir a Francia. «Le tocó en el bando perdedor», cuenta a este periódico en Caen, frente al restaurante A Contre Sens, donde almuerzan Melania Trump y Brigitte Macron mientras ambos presidentes se reúnen metros más lejos. «Es como buscar una aguja en un pajar y no creo que mi abuelo esté aquí -admite-, pero como aquí desembarcó la segunda división Leclerc…». Fue esa división blindada del general francés la que entró en París en la madrugada del 24 de agosto de 1944 para liberar la capital francesa de la ocupación nazi y a la que pertenecían los resistentes españoles de La Nueve. Mikel ha venido con un grupo de amigos de la Asociación Vizcaína de Amigos del Modelismo, también asiduos a Normandía, todos con la misma camiseta del 75º aniversario del desembarco y aficionados a la segunda guerra mundial, como Marce, de 50 años, para quien es importante «tocar la historia» visitando los sitios. Ajenos a las celebraciones oficiales y un poco decepcionados estaban Rico y Jany, una pareja de treintañeros norteamericanos llegados de Italia que, al no saber que Trump estaba en Normandía, confiaban en visitar el cementerio de Colleville-sur-Mer justo ayer. Unida a la oferta turística tradicional, los recorridos históricos o memoriales suponen el 6% del PIB de la región.