Para acceder a la plaza de Tiananmén es necesario estos días pasar por controles de detección de metales. Pero en la histórica plaza no se ven los cientos de uniformes de toda clase que acompañan los cónclaves políticos celebrados en el Gran Palacio del Pueblo. China ha desplegado una seguridad mucho más sutil, consciente de que una alta concentración policial disgustaría a los turistas. Es evidente que muchos de los peatones presentes son agentes de incógnito, encargados de la seguridad del punto que más ansían los manifestantes. Una treintena de vecinos del cercano barrio de Qianmen fueron ayer rápidamente desalojados cuando se quejaban por las bajas indemnizaciones recibidas por sus casas.