AEstados Unidos los espías todavía siguen llegando del frío, ahora por parejas y tratando hasta tal punto de mimetizarse con la sociedad estadounidense que parecen haber dejado en segundo plano sus objetivos de conseguir información para Rusia. Eso se desprende de la documentación presentada el lunes en un tribunal de Nueva York en un extravagante caso lleno de interrogantes.

Este fin de semana, agentes de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) detuvieron en Virginia, Nueva York, Nueva Jersey y Massachusetts a cinco parejas que supuestamente forman parte de una red de espionaje para Rusia puesta en marcha por el SVR, uno de los servicios que sucedieron al KGB. En Chipre se detuvo ayer al supuesto líder de la red. ¿Su misión? Según un documento interceptado en el 2009: "Buscar y desarrollar lazos en círculos de toma de decisión política en EEUU y mandar informes de inteligencia a Moscú".

Las detenciones de esos denominados agentes ilegales --distintos a los legales , que realizan su trabajo bajo la cobertura diplomática del país que los envía-- sellaron una investigación que llevaba en marcha al menos siete años. Ha sido un trabajo en el que, con métodos de vigilancia como seguimientos, teléfonos pinchados y correos electrónicos interceptados, y con agentes posando como contactos rusos, el FBI detectó acciones que parecen sacadas de una novela de John Le Carré: bolsas naranjas idénticas intercambiadas en una estación de tren; miles de dólares escondidos en un periódico doblado que cambia de manos en un parque; dinero que pasa dos años enterrado en un campo esperando a ser recogido; mensajes cifrados ocultos en fotos colgadas en internet; tinta invisible; identidades robadas...

MODERNOS ¿Quienes son estos espías modernos? Son gente como Vicky Peláez, columnista del más importante periódico en español de Nueva York, El Diario/La prensa , y su marido, Juan Lorenzo; o Richard y Cinthya Murphy, que vivían la perfecta vida de una familia en los suburbios de Nueva Jersey; o Donald Heathfield y Tracey Foley, un matrimonio con dos hijos adolescentes que vivían rodeados de profesores de Harvard en Cambridge (Massachusetts). Eso, claro está, si se demuestra que esas son sus identidades.

En cualquier caso, el momento elegido para las detenciones --justo cuando Barack Obama y Dimitri Medvédev acaban de dar en EEUU y en la reunión del G-20 en Canadá públicas muestras de la nueva etapa de mejoradas relaciones bilaterales-- ha incomodado tanto al líder de la Casa Blanca como al del Kremlin, desde donde ayer se pedían explicaciones a Washington por un intento "malintencionado" de perjudicar ese proceso.

El primer ministro ruso, Vladimir Putin, expresó al expresidente norteamericano Bill Clinton, de visita en Moscú, su esperanza de que la detención no perjudique las relaciones.