En medio del espanto y la indignación general por la tragedia, sin precedentes en la historia argentina, la policía detuvo al dueño de República Cromagnon, una discoteca del centro de Buenos Aires que se incendió en vísperas de año nuevo durante un recital de rock causando, según los últimos recuentos, 174 muertos y 889 heridos, 102 de ellos en estado crítico.

Omar Chabán, un actor y bailarín vinculado a la movida de la ciudad desde que en 1983 se recuperó la democracia, se convirtió, por unas horas, en el hombre más buscado del país, con una orden de captura internacional. Sus abogados pidieron ayer su excarcelación ante la juez María Crotto, que lo acusa de homicidio doloso. El infierno en República Cromagnon se desencadenó en la madrugada del viernes cuando varios jóvenes comenzaron a lanzar bengalas y otras formas de pirotecnia en pleno concierto de Callejeros, un grupo seguido por jóvenes y adolescentes de bajos recursos que suele estimular ese tipo de rituales mientras actúa.

El techo del local se incendió de inmediato. El fuego y el humo comenzaron a propagarse de manera incontrolable. La discoteca, en la que había unas 3.000 personas, se transformó en una trampa mortal. Muchos quedaron encerrados, ahogados o aplastados: la puerta de emergencia estaba cerrada con candado. "De haber estado abierta, se habría evitado la muerte de muchos", dijo ayer el jefe de Gobierno de la ciudad, Aníbal Ibarra.

El Gobierno argentino decretó tres días de luto en memoria de las víctimas. En 1993, la discoteca Kheyvis se incendió y murieron 17 estudiantes. Desde entonces, las medidas preventivas para evitar otro hecho similar han sido casi nulas. Un informe oficial da cuenta de que el 86% de las discotecas de Buenos Aires no se encuentran en condiciones de afrontar un siniestro. Mientras la televisión mostraba las imágenes del dolor, otro incendio, en el marco de un motín en un hospital de un penal bonaerense, causó ayer sábado la muerte de seis presos.