La guerra de Irak estallará de inmediato si el jefe de los inspectores de desarme de la ONU, Hans Blix, emite un dictamen negativo sobre la actitud del régimen de Sadam Husein, en su próximo informe del 7 de marzo.

El secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, dejó ayer sentado ese principio de la diplomacia de EEUU, al subrayar que el Consejo de Seguridad deberá tomar la decisión definitiva --"insistiendo en que Irak se desarme o deberá ser desarmado por una coalición de fuerzas"-- en cuanto Blix presente sus conclusiones. Ese calendario coincide con la cuenta atrás bélica del Pentágono, que no quiere retrasar la invasión más allá de mediados de febrero, porque en abril las temperaturas en el desierto superan los 30 grados y el calor entorpece los movimientos de los soldados, que han de ir enfundados en sofocantes trajes y máscaras de protección frente a las armas químicas y bacteriológicas.

El Estado Mayor de EEUU quería desencadenar la ofensiva a primeros de marzo, pero problemas logísticos --como la resistencia de Turquía a ceder su territorio-- y diplomáticos --la necesidad de una nueva resolución de la ONU, ante el clamor de la opinión pública mundial-- le han obligado a retrasar la invasión.

COMBATES NOCTURNOS

Además, algunos estrategas militares sostienen que el calor no perjudicará a las fuerzas invasoras, puesto que la mayor parte de sus operaciones se ejecutarán durante la noche para sacar partido de sus sofisticados equipos de visión nocturna, de los que carecen los soldados iraquís, que tendrán que combatir contra enemigos invisibles. Durante el día, las elevadas temperaturas también impedirán que el Ejército iraquí lance contrataques efectivos.

El calor del desierto no figura entre los mayores riesgos de la guerra planteados en un dosier presentado al secretario de Defensa norteamericano, Donald Rumsfeld, según The New York Times . Ese informe prevé grandes peligros: "Que Sadam use armas de destrucción masiva contra su propio pueblo y nos eche la culpa"; que incendie los pozos petrolíferos iraquís, como hizo en Kuwait; que lance armas químicas o bacteriológicas contra los países vecinos y las bases de EEUU en la región; que oculte sus arsenales en mezquitas y hospitales o utilice rehenes extranjeros como escudos humanos ... En fin, que estallen luchas fratricidas incontrolables entre los distintos grupos étnicos y religiosos que se disputan Irak desde hace siglos.

Ese último peligro ya planea sobre el Kurdistán iraquí, que Turquía quiere ocupar aprovechándose de la invasión estadounidense. El Partido Democrático del Kurdistán reaccionó ayer ante la exigencia de Ankara de enviar decenas de miles de soldados al norte de Irak, y prometió que su guerrilla combatirá ferozmente a sus ancestrales enemigos turcos. El acuerdo de paso de las tropas de EEUU por Turquía está sólo pendiente de acuerdo sobre esas ambiciones expansionistas turcas.

RESPUESTA APLAZADA

Por su parte, Bagdad ha aplazado su respuesta a la exigencia de Blix de que Irak destruya a partir del 1 de marzo todos sus misiles Al Samud 2, que tienen un alcance algo superior al permitido por la ONU. El régimen iraquí ha invitado por quinta vez a los inspectores de desarme a una prueba de disparo de esos misiles, intentando demostrarles que su radio de acción no supera el límite máximo de 150 kilómetros. Sin embargo, si el régimen de Sadam no accede a destruir esos cohetes tierra-tierra, Washington tomará esa negativa como casus belli .

Otro de los presuntos incumplimientos de Irak que la Casa Blanca esgrime como merecedor de ir a la guerra es que los inspectores no pueden entrevistar a solas a los científicos militares iraquís. Pero el mayor obstáculo consiste en que esos técnicos exigen que sus interrogatorios sean grabados, demanda a la que se niega la Unmovic de Blix, mientras que ha sido aceptada por los inspectores nucleares de la Agencia Internacional de la Energía Atómica que dirige Mohamed el Baradei.

Entretanto, Powell inició su campaña diplomática para obtener los nueve votos precisos en el Consejo de Seguridad, con una fallida llamada telefónica al ministro sirio de Exteriores, Faruq al Shara, quien le advirtió: "Siria no ve necesaria una nueva resolución. Por muy equilibrada que fuese, sería explotada por los que quieren la guerra como un pretexto para atacar Irak".

ULTIMA OPORTUNIDAD A LA PAZ

En cambio, el presidente José María Aznar defiende la necesidad de otra resolución contra Irak y dice que daría una última oportunidad a la paz, aunque delante de él el presidente norteamericano, George Bush, proclamó que se trataba de la última oportunidad de la ONU para actuar contra Sadam. Según Aznar, después de la guerra de Irak será el momento de solucionar el conflicto de Oriente Próximo.

Sucede que esa misma promesa la hizo Bush antes de la guerra de Afganistán y, más de un año después, la desigual contienda entre Israel y los palestinos está más enconada que nunca.