Hasta el expresidente español José María Aznar, que abogó por el candidato de la derecha en una conferencia en México, y el decisivo asesor de Felipe Calderón --Antonio Sola, nacido en la localidad barcelonesa de Terrassa-- salen a relucir en el dictamen del Tribunal Electoral.

"No había porqué aplicarles el 33", un caduco artículo de la Constitución mexicana que prohíbe a cualquier extranjero ya no intervenir, si no ni siquiera abrir la boca y dar una mínima opinión sobre cuestiones de la política mexicana. Sobre todo si se refiere a esa parte ajada de la política que pervive como herencia de una larga época de presidencialismo y de partido único, componendas y corrupción.